Tercera Edad y calidad de vida
El término «calidad de vida» tiene una historia reciente. Comenzó a utilizarse en el lenguaje culto de los países occidentales a finales de los años cincuenta del siglo pasado y adquirió una connotación semántica precisa a partir de los setenta.-. Hoy es una expresión casi tópica.
Para algunos autores el concepto resulta controvertido, sujeto a múltiples interpretaciones, y presenta un significado vago, difícil de definir.
La calidad de vida es un concepto subjetivo, que está relacionado con la percepción que tenemos acerca de nuestra vida, en el sentido de si nos sentimos realizados con nuestro propio ser.
Definir calidad de vida, en el sentido amplio de la palabra, es difícil pues no hay un consenso unánime. «Calidad de vida» involucra muchas variables subjetivas (satisfacción, felicidad, autoestima, bienestar, felicidad, capacidad funcional, autonomía, autopercepción de la salud, espiritualidad, etc.) difíciles de medir y variables objetivas de medición más fácil (la economía, el nivel sociocultural, los deficits funcionales, problemas de salud, etc.)
Las definiciones que se han dado a este concepto son más un reflejo de orientación profesional y áreas de interés de los distintos investigadores que de análisis rigurosos del concepto global de calidad de vida. Sería esta una categoría que se puede desglosar en niveles de particularidad hasta llegar a su expresión singular en el individuo. Y esto es posible porque la calidad de vida no se mide, sino se valora o estima a partir de la actividad humana , su contexto histórico, sus resultados y su percepción individual previamente educada. Podría entenderse como la satisfacción de vivir con libertad y bienestar, es decir con funcionamiento físico, social, económico, emocional, que nos permita lograr todos nuestros deseos o nos resigne encontrándonos satisfechos, en paz, queridos, consolados.
El conceptos de calidad de vida es «el sentido subjetivo de bienestar de cada persona derivado de la experiencia diaria de su vida» (Sanz, 1991). Es algo personal, íntimo, al igual que lo son las razones por las que nos negamos a realizar lo recomendado (Liang, 1989). El individuo es el mejor juez de su propia calidad de vida.
Lo que significa calidad de vida se presta más a disquisiciones filosóficas que a una aproximación científica. Sin embargo es necesario conceptualizarla con precisión por dos motivos:
1º Determinar son exactitud qué se entiende por buena y por mal calidad de vida, qué parámetros la definen y cuanto pesa lo subjetivo y lo objetivo, y
2º Establecer la multidimensionalidad de término calidad de vida, para realizar programas de intervención tendentes a promocionar la salud en el anciano.
Desde una concepción normativa o moralista la calidad de vida tiene una condición rigurosamente ética, que permite diferenciar lo bueno de lo malo, lo que se debe hacer de lo que no se debe hacer, lo permitido de lo prohibido. La calidad de vida pasa a ser una «norma de moralidad».
Desde el contexto evaluativo, la expresión calidad de vida es un índice estadístico que permite establecer niveles diferentes, mayores o menores, de calidad de vida en función al bienestar económico.
Desde el punto de vista descriptivo, el término calidad, viene del latín «qualitas», que significa aquello que convierte a una persona en cualidad, por lo cual la individúa y la diferencia de los demás seres vivos. La cualidad por autonomasia del ser humano es la razón, de modo que calidad de vida viene a identificarse como racionalidad. En castellano hay una segunda acepción de calidad, la de «calidez», la cualidad de lo cálido o lo que tiene calor. Calidad de vida sería, pues, vida cálida, agradable, confortable.
Desde la Sociología la calidad de vida o satisfacción vital del anciano «es el resultado de la adaptación y de la evolución de la personalidad a la sociedad en la que vive».
Desde la Medicina Psiquiátrica, la calidad de vida es un concepto «personal e interno basado en la integración de varios factores relacionados con la idea del Yo, y con la interacción del individuo con su mundo externo y con sus proyectos existenciales» (Bobes, 1993); sería «el conjunto de evaluaciones que el individuo hace sobre cada uno de los dominios importantes de su vida actual» (Lawton, 1984), considerada como un todo, con referencia al pasado, presente y futuro (García Riaño e Ibáñez, 1992).
Desde la Medicina Organicista sería un término tangencial entre salud y enfermedad. Algo medible, objetivable. Tener buena calidad de vida sería gozar de buena salud, mientras que en el otro extremo, la enfermedad, sería carecer de bienestar (calidad de vida) entendiendo como tal «aquel en que no está bien, que tiene algún padecimiento, el que carece de salud, energía, etc.».
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