La belleza de los muros de piedras
Desde tiempos remotos, las piedras han sido los materiales constructivos por excelencia. En el campo es sinónimo de un estilo de vida rústico y sigue siendo un material preferente cuando se planifica la construcción de una vivienda o a la hora de iniciar restauraciones de edificaciones antiguas a las que se quiere dar un uso doméstico (antiguos graneros, molinos, caballerizas, etc.). Este manual de bricolaje pretende abordar el rico universo de la piedra natural, desde sus variedades a temas de colocación y mantenimiento.
Sillería y mampostería.
Según la colocación de las piedras, los muros pueden ser de mampuestos (piedras en bruto, sin labrar) o de sillares (piedras labradas, dispuestas en hileras). A la hora de levantar el muro, la técnica de sillares es más fácil para el operario (sólo ha de controlar la horizontalidad de las hiladas, lo que se comprueba con un nivel de burbuja), pero la preparación previa de la piedra es muy laboriosa, pues se ha de labrar. En cambio, las paredes de mampuestos requieren una preparación previa mínima, pero la obra exige una esmerada actuación del técnico, que debe conseguir muros firmes, sólidos y bien trabados. En mampostería de lajas se han de evitar las piedras cuya longitud exceda cinco veces su altura.
Tipos de mampostería.
Cuando no se utiliza ningún mortero se denomina mampostería en seco; en este caso, se emplean piedras pequeñas (ripios) para rellenar los huecos entre mampuestos. Este tipo de muro está más indicado para pequeñas construcciones de exterior.
La mampostería ordinaria es la que se realiza con mortero de cal o cemento, mientras que la denominada mampostería concertada se caracteriza porque, en la puesta en obra, los mampuestos se trabajan con martillo y puntero para conseguir una perfecta unión. Visualmente se percibe un conjunto de piedras con formas más o menos regulares.
Piedra premontada.
Los paneles de piedra premontada han irrumpido con fuerza en los interiores de las casas de campo, sobre todo en restauraciones, debido a su ligereza y facilidad de instalación. Se trata de piedras naturales, pero encajadas en una malla metálica y con espesores calibrados (aunque no exactos, para dar una mayor sensación de naturalidad). Normalmente se trabaja con pizarras, areniscas y cuarcitas, que pueden colocarse tanto en exterior como en interior. Al ser materiales cortados, se instalan con una pequeña junta (siempre recomendable) para absorber pequeñas dilataciones de los materiales de agarre. A nivel de colocación, es importante que la superficie esté totalmente lisa. Como material de agarre se aplica cemento-cola (del color apropiado) con llana dentada. Una vez instalado se debe limpiar con jabón neutro, nunca con productos abrasivos.
El mortero adecuado.
El mortero (mezcla de arena, aglomerante y agua) empleado para mampostería debe ser blando, para adaptarse a las formas de las piedras. Se evitarán los hechos exclusivamente de cemento, pues para piedras blandas (como las areniscas) es demasiado duro y puede provocar roturas. Uno de los morteros más empleados es el "bastardo", de cal y cemento, muy flexible, que sella cualquier grieta y no altera el color de las piedras.
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