Busca en tí aquella palabra
Dice un viejo cuento si mal no recuerdo, que por las calles de una gran ciudad deambulaba un niño descalzo a altas horas de la noche, caminaba de día y noche. Para buscar algo que deseaba.
Al cabo de varios días un hombre de aspecto bonachón le preguntó: ¿Qué buscas hijo?
El niño respondió: una palabra, señor.
El niño siguió caminando calle abajo cuando sintió una fría mano en su hombro. Se sobresaltó y al volverse vió a una señora mayor con pelo blanco y la sonrisa más hermosa que jamás había visto.
Yo puedo ayudarte le dijo, se lo que estás buscando. Yo lo llamo "La caverna de las palabras perdidas", el secreto está en buscar en tu interior. Tras dar las gracias a la anciana se marchó en busca de dicha caverna.
Siguió vagando por la ciudad hasta que agotado abandonó la urbe por un camino de tierra que le fue llevando a adentrarse en el campo en la mitad de la fría y oscura noche, únicamente alumbrada por la plenitud de la luna llena que brillaba aquella fría noche de invierno.
De repente tropezó con un tronco que había en mitad del camino y saltó por los aires hasta topar con una gran roca que se abrió de justo en el momento que su cuerpo descendía hasta llegar al suelo. Quedó asombrado ya que lo que pudo ver era inimaginable que estuviera tras aquella roca.
Se levantó rapidamente y comenzó a apartar la maleza para poder ver toda aquella maravilla. Poco a poco se fue haciendo la luz dentro de la caverna y pudo ver que había muchas estanterías con miles de frascos de cristal de muy diferentes formas y tamaños con líquidos de todos los colores.
Un afable y sonriente gnomo salío de entre ellas con un candíl y se pudo ver todo mucho mejor. Este le preguntó, ¿Qué estas buscando pequeño?
- Estoy buscando una palabra, señor.
- El gnomo asintió, cerró los ojos y le respondió, estas en el sitio correcto hijo. Y de repente un pequeño frasco con forma de alambique con un líquido de color verde esmeralda apareció en sus manos. Aquí está la palabra que andas buscando, te la envuelvo hijo.
- Y el niño preguntó, ¿Cómo sabré que esa es la palabra que estoy buscando?
- Entonces el viejo y sabio Gnomo le acercó el frasco a su nariz y destapando el tapón de corcho permitió que el pequeño oliera el aroma.
De este modo el niño cerró los ojos y olió el aroma, entonces, sintío que era esa la palabra, aquella que llevaba tanto tiempo buscando y alegremente respondió, si esta es me la llevo.
Y así salío corriendo de la caverna con el frasco con el líquido de color verde en su mano, dando las gracias al gnomo mientras se alejaba poco a poco por el angosto camino.
Lleno de ilusión corría como un rayo deseando llegar a su hogar lo antes posible para regalar a sus padres la palabra, aquella palabra que tanto había buscado y que deseaba regalarles hacía tiempo ...
Regalar palabras sentidas,
es la esencia de la comunicación;
así todos agradecerán
no sólo tus palabras
sino cómo las digas.
Busca dentro de tí
aquellas palabras
que no supiste decir a tiempo;
y ofrécelas antes
de que no sepas encontrarlas
en tu corazón.
MariCruz Gomar Domínguez :) http://cruzcoaching.blogspot.com/
Registro automático