Ley de la atracción - Dar para recibir
En la mayoría de las religiones enseñan el concepto de dar para recibir. Y uno al aprenderlo de chico lo asimila en forma automática sin analizar su verdadero significado.Nos enseñan que si somos “buenos” dando a los necesitados, Dios nos retribuirá. Y esto es verdad sólo hasta cierto punto (actuando con la misma mentalidad con que dicho concepto nos fue enseñado).Y digo lo anterior porque hay que saber diferenciar entre “dar” porque sentimos que es una obligación “moral” al “dar” por una necesidad “espiritual”.Para la mayoría a primera impresión, no parecería que hubiera diferencia entre una actitud moral o un sentimiento espiritual, sin embargo veremos como si bien su aplicación es idéntica, su motivación es completamente opuesta.Como dije anteriormente, desde chicos nos enseñaron que debíamos dar, pero no tanto porque esto nos hacía buenos, sino para no ser malos. Es decir se nos brindaba una enseñanza más pensando en el castigo que podríamos recibir, que por la bondad que debía nacer naturalmente de cada uno de nosotros.Por otro lado están los que realizan donaciones gritándolo a los cuatro vientos, no porque les importe un bledo el semejante, sino porque es parte del estatus que logran al dar a publicidad dicho acto y no hablo necesariamente con dar algo material, conozco personas (sólo me refiero a una minoría por supuesto) que van a grupos religiosos (incluso de distintos credos) a brindar “ayuda” y por otro lado en el trabajo si les dan la oportunidad te clavan el cuchillo por la espalda.Es decir, vemos que la mayoría aplica el concepto de dar para recibir en forma equivocada: Unos por estatus y otros por el temor hacia Dios.Sin embargo la forma que implica su correcta aplicación tiene que ver con la “emoción” que uno inyecte a dicha acción de dar. Como ustedes verán lo que estoy diciendo es el común denominador en toda la Ley de la Atracción: “la emoción” con que realicemos, deseemos y procuremos cada una de nuestras metas y objetivos.Ahora ustedes dirán qué diferencia hay en dar con emoción (la forma correcta) y por status o temor a Dios.Pues la diferencia se encuentra en el beneficio que obtendremos. Ya que en la medida que nuestro objetivo sea ayudar al otro sin ver que dirán los otros (incluido Dios) estaremos comportándonos por bondad y no por un interés específico. Y esto nos traerá como consecuencia una “reacción positiva” a la “acción benéfica” que acabamos de realizar.Ustedes se dirán en qué forma se producirá dicha reacción; pues de la forma más inimaginable. Si su proceder es consecuencia “del amor” ese beneficio llegará indefectiblemente como algo material, sentimental o espiritual, pero llegará.Es decir si ustedes dan motivados por la bondad, Dios o como quieran llamarlo los retribuirá de la misma manera.Ahora para entender esto deben actuar como siempre, con una mentalidad “creativa” (característica de quien actúa empleando correctamente la ley de la atracción) y no con una mente especulativa.Porque incluso quien aprende que dando (a modo de ejemplo) $ 1 va a obtener una retribución monetaria de Dios, no quiere decir que si da 10 veces más, va a recibir un “premio 10 veces mayor”.Es decir donde dejamos de actuar con emoción y especulamos por poco que sea, no obtendremos beneficios o estos serán muy pequeños. Yo estoy seguro que si uno da con emoción verdadera $ 1 a alguien necesitado (no a un vago que no le gusta trabajar pudiendo hacerlo, aclaremos) obtendrá un premio de Dios. Y por otro lado si damos en vez de un peso, $ 1.000, el premio que obtengamos será aún mucho mayor. Pero ojo, aquí está el cambio de mentalidad total que debemos transitar para que se produzca el resultado buscado. Porque si siempre estamos acostumbrados a dar $ 1, cómo pasaremos de golpe a dar $ 1.000 sin hacerlo en forma especulativa o sin que nos duela sacar de nuestro bolsillo más plata de la cual estábamos acostumbrados a hacerlo.Con esto último quiero decir: El dar de corazón nos traerá benéficos, pero cómo podemos aprender a aumentar esas “donaciones” sin perder emoción en la acción que las motiva.Lo último me lo imagino como con todas las enseñanzas que uno va aprendiendo en la ley de la atracción, se irá dando con la práctica y yendo de menor a mayor.Hasta ahora ustedes dirán que dije bla, bla, bla, bla, pero también se preguntaran cómo podemos aplicar esa “emoción” de la cual reitero continuamente en este artículo.Pues para graficar lo anterior voy a dar un ejemplo con el cual yo mismo aprendí lo que significaba dicha enseñanza:Hasta hace dos semanas atrás en mi página Web vendía en formato PDF mí novela “Los Pirineos y su secreto” por una valor de siete dólares, con la particularidad que primero mandaba por mail un ejemplar a quien me lo solicitara y sólo después de que este lector la leyese y considerase que valía su precio, recién luego me podía enviar el pago por Pay Pal.Yo sabía que dicha acción iba a producir que la mayoría no pagase la novela, pero actuando con una mentalidad especulativa, me decía que en el volumen de envíos un porcentaje estaría de acuerdo en hacerme el pago, y en consecuencia a mayores entregas más posibilidades tendría de aumentar el número de ventas.Y los resultados empezaron a verse, pero con una particular característica: los primeros lectores que me comunicaban que estaban dispuestos a pagarme, me informaban que no contaban con tarjeta de crédito y en su defecto me pedían si podían enviarme los siete dólares por Western Union o un medio similar.Cuando averigüé que enviarme ese importe implicaba en concepto de gastos de envío una cifra similar o mayor a la de dicho pago, les iba comunicando a cada lector que por más que el mismo estuviese dispuesto a hacerse cargo de dicho adicional, para mí era un despropósito.Entonces a cada uno les iba sugiriendo que para su caso consideraría realizado el pago, si donaban esos siete dólares a cualquier Institución de caridad de su elección.Cuando terminé de escribir a esos cuatro o cinco lectores, me percaté de “esa coincidencia”: Todos los que habían querido pagarme no podían hacerlo por Pay Pal, lo que produjo indirectamente que yo donara por medio de estos mismos los siete dólares que cada uno me iba a abonar.Ahí me di cuenta de que no era sólo una coincidencia sino un “mensaje” que me incitaba a realizar las donaciones.Por lo tanto entendido ello, directamente cambié el párrafo en mi Web (esto fue cerca del mediodía antes de irme a almorzar) en donde decía que me tenían que pagar los siete dólares si consideraban que yo lo merecía, por otro párrafo en donde explicaba que si les parecía, debían realizar directamente ellos esa donación de la que hablé más arriba.Hasta ahora ustedes dirán dónde está la enseñanza que aprendí, independientemente de ese “mensaje” que dije que recibí.Pues grande fue la sorpresa que recibí cuando a la tarde a la hora de haber abierto mi oficina (es decir 4 horas después de que había asentado dicho cambio en mi Web), apareció un hombre al que tres días atrás le había mostrado una propiedad importante, y que venía a hacer una oferta por dicha compra.Si bien dicha venta todavía no la cobré, sí se encuentra cerrada su concreción y es una de las mejores ventas que he realizado en los últimos doce meses, lo que motivará que los honorarios que obtenga por dicha transacción equivalgan a la ganancia que hubiese implicado la venta de cientos de mi novela .Es decir, percibí por la práctica de estar continuamente aplicando la ley de la atracción, ese mensaje que me indujo con “emoción”a donar los beneficios de mi novela y por contrapartida aprendí esa enseñanza de la que hablo al principio de este artículo:Dar con emoción para recibir con gratitud.La mayoría y yo mismo también lo digo: Ello no me convierte todavía en un millonario, lo cual es mi verdadero deseo, sin embargo es muestra de que el camino que elegí sí es el correcto.Si deseas saber más sobre la ley de la Atracción y acceder a un directorio con los mejores enlaces de libros y artículos que tratan sobre la Ley de la Atracción y la Física Cuántica puedes ingresar gratis en http://secretoalexito.jimdo.com/Desde Mar del Plata, Argentina, hacia todo el mundo, Walter Daniel Genga.
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