Ser competente
No debemos temer a la competencia, sino a nuestra propia incompetencia.
Es preferible contradecirse que petrificarse. Los productos y sistemas trampa, ayer fueron útiles y hoy son un lastre.
Son tiempos de cambio, no todo cambio significa progreso, pero sí todo progreso significa cambio positivo.
Ante la adversidad muestre su grandeza. El líder que aspire a la Excelencia se tiene que forjar como el acero, a altas temperaturas.
Defina su nueva filosofía de Excelencia e involucre a toda su gente para convertirla en realidad.
Esté cerca de sus clientes, ellos son una fuente inagotable para la innovación efectiva y son la clave de la productividad.
Busque información, no cese de investigar; es el origen del cambio y manténgase muy cerca de su competencia, son un camino ya probado.
Avanzar permanentemente es la clave para no caer, mantenga un crecimiento sostenido.
Busque alternativas, nuevos caminos, métase en nuevos problemas, atrévase a demostrarse a sí mismo de lo que es capaz.
Solamente intentándolo lo sabrá, la acción es el mejor aprendizaje, la práctica hace al maestro.
Piense en grande, sea ambicioso y empiece en pequeño, es la clave del éxito.
No se derrumbe al primer intento, nada se puede lograr con voluntades pequeñas.
La creatividad no se puede ordenar, se tiene que inspirar, confíe en su gente, en su talento ilimitado, atrévase a descubrir su capacidad creadora.
Hoy más que nunca capacite, su gente son las manos que todos los días hacen la calidad, son el contacto primero y final con los clientes.
Diariamente motive a su gente, el entusiasmo es la fuerza que se necesita para hacer las cosas ¡ahora!
Aplique la tecnología de lo obvio, la mejor escuela del éxito es aprender del éxito.
Las naciones las forjan sus gentes, si deseamos una nación de calidad produzcamos primero calidad humana.
Nuestras naciones necesitan líderes de calidad, capaces de generar la suficiente riqueza material y espiritual para erradicar la miseria.
El desafío está en sus manos, atrévase a ser un triunfador.
Piense y busque la fuerza interior, póngase en las manos de Dios, y usted haga lo imposible por lograr la Excelencia e inevitablemente obtendrá el éxito.
¿De dónde han surgido las empresas de Excelencia? ¿Cómo logró un ser pequeño (físicamente hablando) como Gandhi liberar a un país de 700 millones de habitantes, India, del imperio más poderoso en su tiempo a nivel mundial? ¿Cómo logró Winston Churchill acaudillar a un pueblo, el británico, en franca desventaja?
¿Cómo pudo Charles de Gaulle encauzar a la resistencia más tenaz de la Segunda Guerra Mundial para liberar Francia? ¿Cómo han logrado algunas empresas pequeñas estar fabricando actualmente productos con cero errores y calidad total? ¿Cuál fue el secreto de aquel ser extraordinario que fundó una iglesia con sólo doce seguidores y actualmente cuenta con más de mil millones de fieles?
Las respuestas se resumen en que esas magníficas acciones han sido el resultado de un sueño de alguien que imaginó hacer posible lo imposible; el sueño de idealistas.
Seres con un sólido contenido existencial han creado filosofías que han trascendido su tiempo y han luchado incansablemente por concretar su sueño hasta hacerlo realidad. Ahí está el origen de las grandes obras: realizar acciones concretas hasta convertirlas en costumbres; de ahí han surgido también las grandes culturas.
Como decía Aristóteles: "La Excelencia, más que un acto aislado, es un hábito, un estilo de vida, es una forma de ser". Los líderes de Excelencia son sencillamente los que marcan la gran diferencia.
IMAGINE QUE HOY VA A MORIR
"Sin ponernos pesimistas, hagamos un pequeño ejercicio -nos indicó el maestro de filosofía-. Imaginemos que en este momento fallecemos y esta misma noche se celebra nuestro sepelio; por supuesto, piensen en el traje o vestido con el que se les ocurrió ataviarse para estar lo mejor presentables, para celebrar tan importante despedida, ¡nuestro adiós de este mundo!
"Sigamos imaginando que podemos testificar esa experiencia; visualicemos cómo es el lugar , quiénes llegan, cómo se saludan, qué comentarios realizan y quiénes creen que sinceramente están sufriendo con nuestra partida; al día siguiente se organiza la caravana fúnebre y somos enterrados en una tarde lluviosa; nuestros seres queridos arrojan un puñado de tierra sobre el féretro. ¿Se pueden imaginar sus rostros? Finalmente todos se han ido y reina una profunda soledad.
"Continuemos con nuestra fantasía y ubiquemos la escena cinco años después en una reunión familiar, qué dicen de nosotros, qué recuerdos hemos dejado; seguramente habrá alguien a quien todavía se le empañan los ojos de lágrimas al recordamos”.
"Ahora trasladémonos 30 años más tarde, ¿habrá aún quién se acuerde de nosotros?, ¿existirá por ahí alguna amarillenta fotografía nuestra?; a los más pequeños se les habla de nosotros con frases que alguna vez escuchamos como: ‘tuviste un tío que se llamaba. ..' , 'fulano fue tu primo y era. ..' , 'lo heredaste de tu abuelo fulano que murió hace ya 30 años'. Para concluir el ejercicio, avancemos un poco más e imaginemos que han pasado 100 años, ¿acaso habrá quién se acuerde de nosotros?, ¿a quién interesará qué auto usábamos?, ¿cómo era nuestro guardarropa?, ¿qué errores cometimos?"
El maestro dejó transcurrir en silencio unos minutos para que lográramos asimilar la experiencia. Por fin, sonriendo nos señaló:
"Les voy a dar una noticia totalmente cierta: ¡Se van a morir!, les garantizo que de ese final nadie escapa. Todo lo que nace, muere. Lo que debemos aprender en este ejercicio es contestarnos ¿qué permanecerá de nosotros? Les aseguro que nada surge de la nada, así como algo que existe tampoco se puede convertir en nada".
¿Qué es lo que permanece de la vida humana?
¿Qué es lo que realmente heredamos al mundo?
¿Por qué hay seres que significaron tanto para la humanidad y hay otros que pareciera nunca existieron?
¿Qué puedo hacer ahora para lograr permanecer por siempre en la memoria universal?
Lo que trasciende es el pensamiento, la aportación que cada uno de nosotros hace a la evolución. Hay quienes con su forma banal de vivir no aportaron, ni aportarán, nada al espíritu humano. Cuando una persona evoluciona hace evolucionar a todos los que le rodean. Todo ser humano está llamado, por vocación natural, a ser mejor, con lo que se produce una cadena genética de generaciones superiores.
Cuando una persona se supera impacta todo su entorno, produciendo un movimiento de mejora a su alrededor, y aun cuando tal vez nadie lo recuerde después de 100 años de haber desaparecido, su influencia seguirá vigente porque sumó. Su espíritu vive, pues ha cruzado con su propia evolución a generaciones futuras.
El crecimiento es nuestro compromiso histórico. Hay quienes en lugar de progresar involucionan, mueren retrocediendo. Y quienes se estancan en la vida no aportan nada a la humanidad. Los animales viven por instinto, su capacidad de aprendizaje está limitada, se da por las circunstancias a las cuales deben adaptarse, o perecen. En cambio, el ser humano es el único que tiene el privilegio de decidir ser mejor cada día. Aprovechemos la oportunidad de superarnos, para que seamos parte de la historia de la creación.
Hermel Balcázar Campoverde © www.aicad.es
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