Temor a la oscuridad en los niños
Uno de los miedos más frecuentes en la infancia es el miedo a la oscuridad. Suele aparecer en los niños aproximadamente a partir de los tres años y durar hasta los ocho o nueve años.
El miedo en los niños, al igual que en los adultos, es un estímulo que nos hace estar alerta ante determinadas situaciones. La oscuridad hace aflorar en los pequeños los pensamientos negativos, los personajes terroríficos de los cuentos, el temor a los monstruos, a los fantasmas, a los ogros, a la soledad…
Son muchos los niños a los que no les gusta dormir en la oscuridad total. El miedo a la oscuridad aparece por la noche, en el momento de irse a la cama, cuando el niño se encuentra solo en su habitación. Es un momento crucial para los ellos.
Lo primero que debemos hacer es suprimir la oscuridad total. Lo mejor es dejar encendida una luz tenue, la luz del pasillo o la del baño. Hay luces de noche especiales para la habitación de los niños. Algunas se enchufan, otras se colocan en la pared y también las hay portátiles, las cuales pueden ser transportadas por el niño por si quiere ir al baño en mitad de la noche.
Luego, tenemos que crear un ambiente en el que el niño se sienta seguro. Podemos crear un ritual antes de ir a dormir en el que les acompañemos leyéndoles un cuento, poniendo la habitación lo más confortable posible y disminuyendo los estímulos externos.
No es aconsejable que los niños vean la tele antes de irse a dormir ni que jueguen demasiado alterados. Las horas previas antes de dormir deberían ser lo más relajadas posible. De otra forma, el ambiente hace más propenso que surgan los miedos y las ansiedades. Cualquier imagen que hayan podido ver en la tele podría alterarlos.
Una buena alternativa para superar el miedo a la oscuridad es recurrir a los libros infantiles que hablen sobre el tema, sobre la oscuridad y el momento de irse a la cama, y también hacer juegos en la oscuridad como jugar con linternas, a las sombras o a encontrar cosas.
A los miedos hay que intentar superarlos para que no se tranformen en fobias. Para ello hay que normalizarlos y hacerles frente. Lo más habitual es que el niño vaya perdiendo el miedo a la oscuridad gradualmente.
En alrededor del 3 por ciento de los casos los miedos se transforman en fobias. Si crees que tu hijo tiene un miedo a la oscuridad desproporcionado que, aún tomando medidas, persiste, lo mejor será consultar con un especialista.
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