Móvil-dependientes
Demasiados niños o adolescentes lo pasan mal, si tienen que prescindir del teléfono móvil. Su nivel de dependencia llega a niveles de estar consultando constantemente el teléfono para ver si alguien ha intentado ponerse en contacto con ellos o les ha dejado un mensaje. Y esto, bien lo saben determinados grupos de empresas que tras hacer una encuesta en la red, para saber qué tipo de tecnología es la preferida de los adolescentes, los resultados fueron de esperar: la telefonía móvil.
Últimamente parece impensable que una persona de más de 15 años no disponga de un terminal telefónico móvil, y algo que en principio podía ser algo que ofreciera seguridad, o una oportunidad para la comunicación, puede convertirse, y de hecho se convierte, en causa de sufrimiento, por la que no pocos jóvenes, han tenido que ponerse en manos profesionales, para vencer su adicción. Profesionales de la plataforma Protégeles, afirman que en torno al once por ciento de los menores de edad con móvil reproducen características propias de una persona adicta: sufren cuando se ven privados de él.
La conducta compulsiva y la falta de control en el uso del teléfono, día y noche, también son evidencias de que una persona tiene un problema con este tipo de tecnología.
Varios han sido los profesionales que están haciendo hincapié en el fenómeno de dependencia al móvil, que como cualquier otra dependencia, está caracterizada porque genera malestar en el dependiente cuando no disfruta del objeto o sustancia de la que depende: Síndrome de abstinencia psicológica y física. En este sentido, centros y programas de tratamiento que tradicionalmente estaban dirigidos a adictos a diferentes sustancias, han tenido que adaptar sus métodos de tratamiento para atender a esta realidad, que excediendo las drogas, plantean al paciente y al psicoterapeuta problemas de la misma naturaleza.
Entre los factores comunes al móvil-dependiente, están los problemas afectivos, el aislamiento social, la timidez o la introversión excesiva, factores todos ellos que se hacen especialmente patentes en la adolescencia, espacio de tiempo en el que llega el primer móvil.
Sin embargo, no todo parece tener que ver con aspectos o factores psicosociales, sino que, tal y como se recogen en numerosos artículos, teniendo en cuenta las bases neurofisiológicas de las adicciones, y conociendo los neurotransmisores que actúan, en concreto sobre el “Sistema Dopaminérgico Mesolímbico”, se está comprobando que, a diferencia de otras adicciones sin sustancia, en el caso de la dependencia al móvil, las microondas y radiaciones electromagnéticas de alta frecuencia, si intervienen o interfieren en las ondas cerebrales y otras estructuras cerebrales. Por todo ello se está investigando mucho en la línea de demostrar la existencia de mecanismos neurofisiológicos implicados en la dependencia al móvil.
Mientras tanto, y siempre, nos queda la educación emocional para contrarrestrar los factores de riesgo de la dependencia, y la educación en el uso responsable del teléfono, ya que es una herramienta útil pero conlleva riesgos. Quizá, como en tantos otros temas, el control debe comenzar por los padres y los adultos en general, ya que los adolescentes tienen tendencia a imitarnos.
Educar con el objetivo de resistir el bombardeo publicitario, y la presión del grupo de iguales, también es imprescindible para formar adultos autónomos y sin dependencias de ningún tipo.
Dionisio Contreras Casado
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