La responsabilidad de los padres de familia
La mayoría de nosotros crecimos con la mente llena de maravillosas fantasías según las cuales nos íbamos a casar con un príncipe apuesto o con una hermosa princesa.
La persona ideal aparecería instantáneamente en la escena, y nos enamoraríamos perdidamente de ella. Pronto tendríamos perfectos y preciosos bebés. Los alimentaríamos bien de modo que nunca se enfermarían, nunca se irritarían ni se pondrían majaderos. Nadie insinuó jamás que la vida se complicaría. Recibimos la preparación menos realista para la obra más exigente de todas.
Aquí está la hermosa princesita que pensaba que podría afrontar el matrimonio sin dificultades. Estaba segura de saber lo que significa la vida de casados y la crianza de una familia. Lo había visto miles de veces por televisión. Además, todas las novelas románticas se lo habían indicado; uno se casa y luego vive feliz para siempre.
Pero poco después de haber comenzado a vivir el sueño, una pesadilla se asomó por el horizonte. Algo no estaba marchando tan bien como debiera. Cuando llegó el primer bebé, la relación entre ambos ya se había empezado a deteriorar: ¡La vida matrimonial se había iniciado con brillantes esperanzas y con una tierna canción en sus corazones! ¿Y cómo es posible que en su camino se levante esta extraña pregunta: “Por qué nuestra satisfacción marital disminuye progresivamente a través de los años que dedicamos a la crianza de los niños?”
Vayamos a los hechos. El nivel de felicidad continúa decayendo en las familias con hijos y alcanza su punto más bajo cuando los hijos están en la adolescencia.
La mayoría de las personas suponen que el nivel más elevado de satisfacción marital se alcanza durante la última parte de la vida. Esta suposición refleja la idea de que mientras más tiempo la pareja viva junta, mayor será el deseo que sienta cada uno de aumentar la felicidad del cónyuge. Pero esto sucede únicamente con las parejas que ya eran felices al principio.
Es muy difícil que una pareja que nunca ha experimentado un nivel elevado de felicidad marital lo alcance repentinamente tan sólo porque los hijos se van del hogar.
¿Por qué se presenta un descenso repentino en la satisfacción matrimonial inmediatamente después de la boda? La mayoría de las parejas no están preparadas para los ajustes que requiere la vida matrimonial. Con frecuencia los sueños románticos los han enceguecido de manera que no captan las numerosas situaciones reales que los recién casados deben enfrentar. Pero, ¿Por qué la presencia de los niños es un factor adicional que disminuye la satisfacción marital?.
Los hijos son una “herencia del Señor” y están designados para ser una bendición. Pero la pareja debe sentirse segura en su relación mutua antes de traer un niño a sus vidas. Los hijos complican las relaciones. De hecho, el tener un hijo durante los primeros dos años de matrimonio, duplica los riesgos de divorcio. En vista de que el divorcio afecta ya a la mitad de todos los matrimonios, esto significa que solamente una de cada cuatro parejas podrá evitarlo, si no hay variación en los demás factores.
En la mayoría de los casos, la preparación de la pareja es completamente inadecuada para enfrentar las demandas de la paternidad. Esta educación defectuosa produce diversas preocupaciones y tensiones que la mayoría de los matrimonios no están preparados para enfrentar. Pasan los nueve meses de gestación comprando toda clase de linda ropa y muebles necesarios para recibir al pequeño en este mundo. Si acaso reciben alguna instrucción, se trata de alguna de esas clases que dan para el alumbramiento natural. No les enseñan a educar, proteger y disciplinar al bebé una vez que éste se ha unido a la familia.
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