Evaluación del diseño curricular - ¿Qué es el currículum?
¿QUÉ ES EL CURRÍCULUM? Pero, corrientemente, en la fase de evaluación lo que se hace es contrastar los supuestos efectos del currículum a través de los resultados obtenidos por los alumnos en diferentes aspectos, partiendo de la base de que así se valora adecuadamente el funcionamiento del mismo cuando, por un lado, para que así fuera, sería necesario tener la absoluta garantía de que se había puesto en práctica tal y como se concibió, sin modificación alguna y, por otro, todos sabemos que en el rendimiento global del alumnado influyen otras variables extracurriculares con tanto o mayor incidencia, en muchos casos, que el propio currículum escolar. Por tanto, es éste un tipo de evaluación necesario, que hay que mantener pero indirecto; no debe ser exclusivo, ya que sus datos no resultarían enteramente fiables para nuestra valoración: en unos casos el currículum puede estar perfectamente concebido y no ofrecer los resultados esperados por su deficiente aplicación concreta y, en otros, puede ser incorrecto su planteamiento y lograr buenos resultados, debidos a la puesta en práctica personal del profesorado que lo ha trabajado. En ninguna de las dos situaciones el rendimiento de los alumnos sería achacable al currículum y, por tanto, los resultados de la evaluación no servirían, en absoluto, para una toma de decisiones posterior con respecto a él. El funcionamiento de un sistema educativo es muy complejo y, como vemos, parece difícil aislar uno de sus componentes para observar su incidencia directa en el conjunto. En consecuencia, el diseño curricular debe ser, primeramente, evaluado en sí mismo, de acuerdo con las metas que se hayan puesto al formularlo y con un procedimiento que se ajuste a sus características. Antes de entrar en el comentario de esta evaluación, conviene concretar lo que entendemos por currículum, ya que es muy variada la gama de interpretaciones que se han dado a este concepto. Como muestra, valga la definición de Neagley y Evans (1987): «Es el conjunto de experiencias planificadas proporcionadas por la escuela para ayudar a los alumnos a conseguir, en el mejor grado, los objetivos de aprendizaje proyectados, según sus capacidades», o la de Johnson (1967): «Es una serie estructurada de objetivos del aprendizaje que se aspira a lograr. El currículum prescribe (o al menos anticipa) los resultados de la instrucción». Salvando estas variedades y centrándonos en la línea de trabajo de investigación en la acción, considerando al profesor como investigador en el aula y partiendo de una interpretación constructivista del aprendizaje, queremos destacar el pensamiento de Stenhouse (1987) por lo que se refiere al concepto de currículum, que se basa en «La proposición según la cual todos los curricula son verificaciones hipotéticas de tesis acerca de la naturaleza del conocimiento y de la naturaleza de la enseñanza y del aprendizaje. (...) Tales curricula son medios en los que las ideas se expresan en formas que las hacen comprobables por los profesores en los laboratorios que denominamos aulas». Por ello, «proporciona un marco dentro del cual el profesor puede desarrollar nuevas destrezas y relacionarlas, al tiempo que tiene lugar ese desarrollo, con conceptos del conocimiento y del aprendizaje». Concretamos, por fin, un concepto de currículum válido teórica y prácticamente, por partir de nuestros mismos presupuestos y por incidencia que en estos momentos tiene en el diseño curricular del futuro sistema educativo español; nos referimos al propuesto por Coll (1987), que lo entiende como «proyecto que preside las actividades educativas escolares, precisa sus intenciones y proporciona guías de acción adecuadas y útiles para los profesores que tienen la responsabilidad directa de su ejecución».
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