La Tierra es una Escuela
La Tierra es una escuela donde venimos a aprender, y el recorrido de la vida, nuestra historia, es el testimonio de ese aprendizaje.
Aprendemos a pasar del defecto a la virtud, del error al acierto, a transformar la ignorancia en sabiduría, el egoismo en amor, la dependencia en libertad y la crueldad, que nos separa, en unidad.
Evolucionar es aprender. Se aprende si se vive, si se saborea la experiencia sin dejar nada afuera. De modo que "hay que vivirlo todo para aprenderlo todo".
Además, hay que vivir intensamente lo que la vida nos ofrece. Nos hemos acostumbrado a vivir las cosas a medias: media tristeza, medio enojo... y por ese camino nes hemos vueltos mediocres emocionalmente.
Pero para que los sucesos se hagan experiencia, es necesario aprehender con plenitud la vida, ya que lo que no se vive en su totalidad no se aprende y lo que no se aprende se repite.
El secreto consiste en zambullirse en la experiencia que la vida nos propone, sin temos alguno, sin discutir con ella y sin dudar de los caminos por los cuales nos lleva.
Se aprende tantenado, probando, no hay otra manera. Al mismo tiempo, incluso, sin permitir que las interferencias de los otros nos alejen del auténtico sendero de nuestra alma.
La Tierra es un espacio de posibilidade, y para aprender hay que habitarla, hacerla propia. Sentir que sus mares, ríos, montañas, bosques y desiertos están dentro de cada uno de nosotros, que somos la Tierra, que somos sus hijos.
Está poblada de vida, y para aprender hay que hacer del otro un prójimo. Sentir que cada ser vivo se halla ligado y forma parte de cada uno de nosotros.
Aprender es hacer de la tierra un hogar, de la vida una sociedad, de la sociedad una comunidad y de la comunidad una hermandad.
Sin embargo, ningún aprendizaje es individual; cada vez que aprendo, todos y todo aprenden. El telar de la vida teje los múltiples hilos que la integran en una totalidad solidaria y plural, sino que siempre sea coevolución.
Por Lili Bosnic
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