La calidad para el consumidor
La calidad, o mejor dicho, pretender calidad se ha vuelto tan común en la vida cotidiana, que hoy en día el consumidor lo marca como una exigencia y no como una opción. Por tal motivo, ahora es el mismo consumidor quien marca la pauta de los productos o servicios que se ofrecen en el mercado y las características que estos deben poseer.
Los compradores se han tornado más exigentes y ya no se guían únicamente por el precio, ahora buscan mayor calidad a menor precio e incluso hay quienes están dispuestos a pagar más con tal de satisfacer de una forma más completa sus intereses sobre el producto o servicio que adquieren, y al haber tanta variedad de donde escoger, el menos preocupado es precisamente el cliente porque es a quien se debe dar gusto, en todo caso quien se preocupa, y se ocupa, en otorgar ese plus que busca el consumidor, es el proveedor.
Día a día los mercados están en constante cambio, unos más que otros, pero al final las empresas se tienen que adaptar a las nuevas tendencias siempre que sea su prioridad adquirir, mantener o incluso aumentar su presencia en sus correspondientes nichos. Las expectativas de calidad en los consumidores ante la adquisición de nuevos productos y servicios, han dado lugar a la apertura de fronteras y el intercambio de mercancías entre países de todo el mundo, creando así la cada vez más creciente globalización; misma que ha traído consigo además, una gran variedad de certificaciones para que las compañías produzcan en base a estándares de calidad internacional y así tener la capacidad de contender a iguales niveles de mercado que la competencia. Tales certificaciones regulan y aplican lineamientos que marcan cierta igualdad en las características de los productos y servicios para proponer una competencia más leal entre compañías, y a su vez garantizar al consumidor final un indudable nivel de calidad implícito en lo que pretende adquirir.
Relativamente, buscamos calidad en todos los aspectos de la vida diaria, desde el baño que se toma por las mañanas, la ropa que usamos, la comida, el tránsito en las calles, un saludo de mano, un abrazo, el clima, la cama donde dormimos, y un sinfín de etcéteras, siempre tratando de encontrar ese confort tan anhelado para una mejor calidad de vida.






































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