¿Cómo vencer el pecado?
Veo en las noticias de la televisión y en los periódicos, todo tipo de acontecimientos, como muertes violentas en accidentes de tránsito, asesinatos, suicidios, robos, protestas, ninguna buena noticia reciben nuestros sentidos, somos expuestos, nuestras mentes son bombardeadas, y todas estas noticias están relacionadas con el pecado y con la condición del ser humano de forma directa o indirectamente, siempre está presente en toda actividad humana, es como el óxido que corroe el metal poco a poco, y su efecto se incrementa de manera desmedida si no tiene un anticorrosivo que lo proteja. El pecado está por todas partes, vivimos tiempos donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno, el pecado nos asfixia y nos atormenta todos los días. Se le ha puesto otros nombres para que suene más bonito, pero el daño del pecado sigue siendo el mismo a través de la historia de la humanidad, siempre ha existido.
Luchamos y tratamos de vencer adicciones, vicios, tal vez tengamos “mal genio”, un temperamento tipo “explosivo” de aquellos que se utilizan en una mina para destruir lo que este cerca, que nos hace gritarle a nuestros hijos e hijas de manera irracional dejando de lado la comprensión y la educación que nos inculcaron en la escuela o en nuestros hogares, incluso nos desquitamos con nuestra pareja al llegar a casa, porque pasamos llenos de ira y estrés por nuestros trabajos, sentimos frustración por las metas no cumplidas, nos llenamos de pánico, discutimos por cosas irrelevantes como partidos de fútbol o cualquier otro deporte, como si de ello dependiera nuestro éxito en la vida, hemos visto en las noticias gente agrediéndose en un partido de fútbol y aún no comprendemos la gravedad de nuestro entorno, tenemos a jugadores de fútbol u otros deportistas de renombre mundial en lo más alto de nuestro corazón, como si pudiéramos también tomar parte de las ganancias que aquellos reciben por anuncios de televisión, bonificaciones y salario, nos sentimos orgullosos de ellos, como si fueran nuestros hermanos de sangre.
También en otro momento hemos sentido haber tocado la gloria del éxito por nuestra cuenta, nos sentimos orgullosos de quiénes somos, de lo que hemos logrado, de lo que hemos alcanzado con el sudor de nuestra frente, nos merecemos lo mejor, ya estamos a punto de tocar el cielo con nuestras manos, somos demasiado buenos, tenemos en el corazón la terrible enfermedad del orgullo y la prepotencia, tenemos títulos pegados en las paredes de nuestra casa, no es una sola maestría, son tres maestrías y voy por la cuarta nos decimos, el límite lo pongo yo. Nos jactamos de lo material, tremendo automóvil del año, una casa lujosa tal vez.
Pero el pecado sigue atado a nosotros, como una piedra de mucho peso atada a nuestros pies queriendo llevarnos a lo profundo de un lago, nuestro matrimonio sigue en picada, no hay forma de solucionar los problemas que tenemos, lo más fácil y lo mejor para ambos es dar un paso al lado, no vale la pena luchar.
Pero sabes, a pesar de todo, a pesar de que el pecado quiere lapidarnos, hay una solución para lograr vencerlo, seguramente ya sabes la respuesta, te la han dicho en algún momento, puede que no seas creyente, puede que lo seas, pero aun así sigues luchando, te parece una lucha que no puedes ganar, pero no has sabido cómo aplicarla la solución en tu vida y tener éxito. La única solución para el pecado es un arrepentimiento genuino, pero sabes una cosa, no puedes hacerlo solo, necesitas ayuda, necesitas la ayuda del Espíritu Santo, el arrepentimiento de pecado es un don de Dios, así como la fe, la fe de lo alto es un don que viene de Dios, no es tu fe, es la fe que Jesús pone en ti a través del Espíritu Santo enviado por el Padre, cuando recibes a Jesucristo como tu Señor y Salvador personal. El Espíritu Santo te capacita para que puedas vivir en Cristo, para que lo puedas glorificar en tu vida, Él es quién te santifica, es su obra, no es tu obra, solo debes confiar en Él, en su poder y soberanía, la condición del ser humano es mediocre, podemos intentar cambiar por nosotros mismos, pero el pecado que hay en nosotros siempre nos va a llevar al fracaso sino sometemos a Dios toda nuestra mente y nuestro corazón. No trates de seguir a Dios en tus fuerzas, si lo haces debo decirte que vas a fracasar, acaso para ti es lógico qué si pudieras cambiar por ti mismo, Dios se tomara la molestia de enviar a su Hijo amado a morir en un madero por ti, pues no, el pensar así va en contra del sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario. No podemos cambiar por nosotros mismos, no podemos dejar nuestro “mal genio”, nuestros vicios, nuestras adicciones, nuestro estrés haciendo solamente deportes, nuestras frustraciones nos susurran al oído una y otra vez, nuestra personalidad no la podemos llevar a la personalidad de Cristo con nuestros propios esfuerzos, nuestro temperamento no lo podemos controlar, la presencia del Espíritu Santo en nosotros es quién nos da el poder para lograrlo, no es solamente aprendiendo versículos bíblicos, no digo que no lo hagas, pero recuerda que las Sagradas Escrituras (La Torá), ya existía antes de Jesucristo, y el pueblo de Dios era incapaz de poner por obra sus mandamientos y preceptos, por la debilidad de la carne y la condición del ser humano producto del pecado que entró por Adán y Eva, entonces Jesús tuvo que venir a salvarnos para que podamos entender y cumplir su Palabra a través de su Santo Espíritu, Él es quién nos da dominio sobre nuestra mente, sobre nuestra carne y sus deseos, y quién nos da un corazón de carne y nos permite nacer de nuevo.
Su Presencia nos da la paz y el amor para que nuestro matrimonio se levante y vuelva a florecer, entre más permitamos que el Espíritu nos santifique, y que haga su obra en nosotros, más llenos de sus frutos vamos a vivir para enfrentar cualquier obstáculo. Ruego al Señor que me estés entendiendo y que su Espíritu te esté hablando, deja de luchar, deja de intentarlo, Jesús dijo mi yugo es fácil y ligera mi carga, pero debes dejar de luchar, deja que Jesús lo haga por ti a través de su Santo Espíritu, para eso murió por ti en la cruz del Calvario, su poder empieza en el momento en que no puedas más, en el momento en que te rindas, en el momento en que dejes de intentarlo, solo di: “Señor no pueda más, hazlo tú por mí”, eso es todo lo que Jesús quiere escuchar para poder ayudarte y convertirse en tu mejor amigo, para transformar tu vida y tu entorno. ¡¡¡SOLO RÍNDETE!!!






































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