La verdadera obra de Dios
En la actualidad existen tantas iglesias, tantas denominaciones, que cualquier persona se puede encontrar en un dilema pensando en cómo poder hacer la obra de Dios, en cómo servir a Dios, en cómo encontrar verdaderamente la voluntad de Dios, en cómo encontrar cuál es el verdadero camino, al final terminan confundidos porque lo que les dicen no es claro, porque el mensaje no es decodificado correctamente, y terminan creyendo verdades a medias, muchos sin pensarlo siquiera comienzan llevando discipulados para casi inmediatamente servir a Dios “en algo” dentro de una iglesia, sin preguntarse si lo que me han dicho es la verdad, simplemente aceptaron lo que recibieron y de una vez forman parte de la música, recogiendo ofrendas y “diezmos” no bíblicos, como diácono, en algún grupo, etc., casi de manera impulsiva son invitados a “servir”, otros lo hacen por sentimientos, otros por obligación, otros por cumplir, otros porque estoy en deuda con Dios.
Luego desde muchos púlpitos se les dice a las personas: “al entregar diezmos y ofrendas ustedes contribuyen con la obra de Dios”, frase trillada, o en emisoras de radio y televisión, se les insta a que con su ofrenda extienda el reino de Dios y así poder llevar su obra a todas las naciones. Escuché a un pastor decir en la televisión: “esta maratónica es la excusa que Dios tiene para bendecirlo a usted y hacer su obra, me quedé sin palabras y sumamente sorprendido por tal aseveración”.
Pero, ¿será realmente de esa forma que Dios hace su obra?, bueno, la luz de las Escrituras es muy clara si de verdad nos son reveladas por el Espíritu de Dios. La obra de Dios para con el ser humano tiene dos partes: la primera fue revelar su plan de salvación al mundo por medio de su Palabra, luego la salvación y justicia de Dios encarnó en una virgen y murió en una cruz hace más de dos mil años, su nombre es Cristo Jesús. La segunda parte es cómo acceder al plan de salvación provisto por Dios luego de que Cristo resucitó de los muertos, Él envía su Espíritu Santo para hacer Su Obra, por eso es la Obra de Dios, porque ningún ser humano en sus propias fuerzas y por méritos propios puede hacerla, porque la Obra de Dios en tú vida y en la de cualquier ser humano que entre en su gracia y nazca de nuevo del Espíritu, después de su arrepentimiento genuino, es traer la imagen de Cristo para que sus frutos sean manifestados (paz de Dios, gozo de Dios, amor de Dios, templanza de Dios, mansedumbre de Dios, la fe de Jesús no fe humana, esperanza de Dios), y esto mi estimado amigo o amiga que lee este artículo, es imposible para cualquier ser humano, si tu pudieras parecerte a Cristo por ti mismo, entonces la muerte de Jesús en la cruz fue en vano.
Al ser renovado y regenerado por el Espíritu Santo tu vida va a reflejar la imagen de Cristo, entonces en ese momento Cristo y el Padre van a ser glorificados, porque usted se va a convertir en su testigo acá en la tierra donde sea que usted se encuentre, eres la evidencia viva de que Él vino verdaderamente a salvarnos y darnos esperanza y una nueva vida en Él, nuestra meta en Cristo, principal y primordial, es la manifestada por el apóstol Pablo, cuando dijo: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús”, que es alcanzar la estatura del varón perfecto, mi estimado amigo y amiga, cuando usted entienda que luego de nacer de nuevo su meta es seguir edificándose en Cristo hasta el día que usted parta con Él o hasta que Él regrese, entonces aprenderá a vivir realmente en el espíritu y no en la carne.
Cuando usted entienda que la voluntad de Dios, que servir a Dios, que el verdadero Camino es manifestar a Cristo en su vida, no por méritos propios, no en sus fuerzas, porque es imposible para el ser humano lograrlo, sino en el poder del Espíritu Santo como Su Obra única en usted, entonces usted va a entender muchas cosas, va a poder discernir que es verdad y que es mentira, y va a entender que realmente su yugo es fácil y ligera su carga, que el Señor derrame su gracia sobre su vida y su Espíritu sea quién lo lleve a los pies del Maestro, bendiciones.






































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