Aprendiendo idiomas a una edad temprana
Si provienes de una comunidad bilingüe o en tu casa se habla más de un idioma, probablemente la duda de en qué idioma vas a educar a tu hijo te haya rondado por la cabeza, ¿no es así? Además, en la actualidad, existen múltiples teorías acerca de la conveniencia o no de educar a los niños de manera bilingüe. Este es un debate que muchas veces se ve distorsionado por la política y las modas, sin embargo, este ruido de fondo no nos debe desviar del objetivo final; conseguir que nuestros hijos aprendan el mayor número de idiomas en una edad temprana.
Si analizas la numerosa bibliografía que circula por Internet podrás encontrar defensores y detractores del bilingüismo infantil. Por un lado, hay partidarios de una educación que integre el mayor número de idiomas posibles en la etapa infante ya que el cerebro está en pleno desarrollo y es sumamente plástico en la adquisición de conocimientos.
Por otro, existe la postura opuesta que justifica que la convivencia de varios idiomas en la edad temprana confunde y merma las competencias lingüisticas de los más pequeños.
Este intercambio interesado de golpes entre partidarios y adversarios no resulta para nada beneficioso en términos educativos porque obliga a posicionar a los padres en un “conmigo” o “contra mí”. Como casi todo en la vida, no todo es blanco o negro: es gris. Todo depende del matiz.
¿Por qué es positiva la enseñanza de idiomas en la edad temprana?
Tras años de experiencia enseñando idiomas a los más pequeños me veo capacitado para emitir un juicio de valor acerca del tema del bilingüismo en la infancia. Además, intento que mi postura no se vea sesgada por ningún tipo de ideología o tendencia educativa políticamente correcta. Misión difícil, ¿verdad? ¡Pero no imposible! Pasemos ahora a ver ciertos aspectos relevantes desde el punto de vista lingüístico y docente.
- Por mucho que nos cueste creerlo, la mayoría de países del mundo son bilingües. Se calcula que aproximadamente 130 países de 194 hablan 2 o más idiomas por lo que tildar este hecho de problemático es cuanto menos caprichoso y arbitrario.
- Es una verdad contrastada que, cuanto más joven es un niño más facilidad tiene para integrar conocimientos. Estudios cerebrales de adquisición de lenguaje demuestran que los niños que aprenden a hablar un idioma antes de los seis años tienen más facilidad y competencia en la L2 (lengua adquirida).
- Los niños no aprenden a hablar un idioma por ciencia infusa, es decir, no basta con ponerle a mi hijo unos vídeos de Pocoyo en inglés. Se necesita un comunicación habitual, fluida y competente en los idiomas que queremos transmitir. Aquí es donde, a mi juicio, cojea el bilingüismo castellano - inglés en nuestro país, ya que no existe en el ámbito educativo y familiar un nivel de competencia en la lengua anglosajona que avale el método de enseñanza dual.
No todo se resume en adoptar una tendencia educativa porque esté en auge o sea políticamente correcta, sino que se tiene que hacer bien - y es ahí donde los profesionales de la enseñanza y los padres tenemos que entonar el mea culpa -.
Una vez más, el querer y el poder quedan confrontados. Es aquí donde la virtud del punto medio puede arrojar algo de luz sobre el asunto, y nos puede ayudar a mejorar la educación de nuestros hijos.
Registro automático