La fábrica de la tele
Muchos critican los formatos de televisión que utiliza las vidas ajenas para crear un show que engancha a millones de personas. Desde luego, es espectáculo puro, la vida en directo, amores, peleas, risas y lágrimas se dan cada año entre las paredes de la televisión. Gran hermano, Supervivientes, Firts Dates, Sálvame, etc.
¿Son capaces de fingir los participantes? ¿Son ellos mismos o se inventan un personaje? ¿Se puede llorar de mentira? ¿Fingen enamorarse?
Puede que muchos de ellos entren en este mundo con la predisposición de parecer algo que no son, o con la predisposición de enamorarse, pero no deja de ser como en la vida real.
Aquellos concursantes que están excesivamente pendientes de las cámaras es porque les preocupa el qué dirán, fuera o dentro del programa. Los que tienen disputas continuamente y se exaltan, en su vida ya son personas combatientes. ¿Y los que se enamoran a la primera de cambio? Todos conocemos a personas que se enamoran en un segundo. ¿Y los que evitan el conflicto y no se meten en peleas? ¿Lo hacen para permanecer más tiempo en el concurso? No todas las personas reaccionan igual ante el conflicto y hay quien prefiere no meterse en problemas.
Por eso, cuando la gente me dice que no es real o que los concursantes son personajes elaborados, siempre les digo lo mismo: ¿a qué reconoces en ellos personas que tú conoces? Gente directa, gente chaquetera, gente gritona o llorona, histéricos, manipuladores, serios, alocados, etc. Que algunos de ellos exageran actitudes, pues también pero, ¿cuántas personas en su vida diaria no exageran para ligar o para quedar bien o para conseguir un objetivo?
Los participantes son tan auténticos y reales como lo es la gente en la calle. Hay gente más auténtica porque en sus vida son atípicos y hay gente más normal y normal le llamaremos a las peculiaridades más comunes.
Como psicóloga aplaudo un formato que me permite ser partícipe de una realidad que solo podríamos ver siendo invisibles y metiéndonos dentro de cada vida y, como eso no es posible, doy sinceramente las gracias a la fábrica de la tele, que ha hecho de un experimento socio-cultural un observatorio de la realidad.
Por ponerles alguna pega, puedo decir que a veces los programas juegan demasiado con las emociones de los concursantes: una ex novia, relaciones de padres e hijos, parejas o personajes televisivamente rivales se encuentran dentro de este micro mundo para hacernos la transmisión más interesante. El problema es que estos juegos desestabilizan psicológicamente a las personitas que han vendido su alma por una pequeña parcela televisiva y sinceramente no todos están preparados para vivir esa explosión de sentimientos ante millones de personas, con las consecuencias que ello conlleva. Pero bueno, son adultos y ellos han elegido exponerse.
Para terminar dar la enhorabuena a todos los valientes, con consciencia y sin ella, que han pasado y pasarán por la fábrica de la tele, porque para los que amamos la psicología, es una escuela de conductas inigualable.
Vani G. Leal Psicóloga
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