Sobre la Ansiedad y la Angustia
La respuesta emocional ante diversos estímulos del ambiente es algo presente en todos los seres humanos. Esta es concordante con las situaciones reales, sin embargo existen casos en que esta respuesta se torna desadaptativa al presentarse de forma no relacionada (o exagerada) con relación al estímulo ambiental.
La angustia normalmente está presente en el hombre y se dice que es el motor de la vida psicológica porque estimula la mente para la búsqueda de soluciones adaptativas a los conflictos y a los problemas propios de la existencia. Esta se puede experimentar como una sensación displacentera que conlleva respuestas fisiológicas como taquicardia, sudoración, temblor o urgencia de ir al baño. Estar angustiado es estar sobrecogido; la angustia inhibe.
Cuando se habla de ansiedad nos referimos a una condición, que especialmente en lo psicomotriz, se manifiesta de diferente manera. Estar ansioso es estar sobresaltado.
Se considera “patológica” aquella angustia que se presenta como un temor a algo desconocido y generalmente referido al futuro. En cuadros de neuroticismo, este tipo de angustia es el síntoma principal.
La ansiedad es un estado que se caracteriza por un incremento de las facultades perceptivas ante la necesidad fisiológica del organismo de incrementar el nivel de algún elemento que en esos momentos se encuentra por debajo del nivel adecuado, o -por el contrario- ante el temor de perder un bien preciado.
La ansiedad tiene una función muy importante relacionada con la supervivencia, junto con el miedo, la ira, la tristeza o la felicidad.
En los cuadros de ansiedad el temor se presenta ante algo presente donde hay inquietud y aceleración de los síntomas vitales. Existen ansiedades “específicas” donde el elemento que desencadena los síntomas de ansiedad es claramente identificado (multitudes, alturas, espacios abiertos), y ansiedades “generalizadas” donde una preocupación exagerada se centra en una amplia gama de acontecimientos y situaciones casi imposibles de ser controladas por la persona.
En la mayoría de los casos las ansiedades responden muy bien a terapias de enfoque conductual (comportamental) en las que un psicólogo ayudará a que estas distorsiones cognitivas (y sus efectos adversos sobre las emociones y la conducta) se reestructuren por medio de intervenciones psicoeducativas y una práctica continua. Finalmente se llegan a sustituir las ideas irracionales por ideas realistas y que permitan la adaptación emocional de la persona.
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