Viajar con el presente
Demos vivir el presente como un viaje constante y no como un fin en sí mismo.
Nuestra tendencia natural hace que, inconscientemente, nos veamos en el pasado, como alguien ajeno a lo que verdaderamente somos. Estimamos que en las circunstancias actuales hemos conseguido llegar a algo. Nuestra situación es real. Comprendemos el porqué de las cosas. A veces, depresivamente. Pero con la creencia de haber completado el ciclo.
Siempre hablamos como si antes fuéramos otra persona, sin experiencia ni madurez. No éramos nosotros, yo / ahora / don perfecto, por hundido que esté. Miramos hacia atrás como si previamente no estuviésemos completos. Antes no estábamos listos. Ahora sí. Que tonto era. Cosas de la edad. Y hasta nos lo creemos. Es una mentira piadosa que nos hace nuestra mente, pero que, a la postre, no hace más que volver a dejarnos en vía muerta. Es una constante a lo largo de nuestra vida.
Tenemos la necesidad de autoafirmarnos diciéndonos que hemos llegado a un fin. Nos aferramos a esa sensación de control, por pequeña que sea. El momento presente, que es siempre, es la referencia desde la que observamos el mundo. Asumimos nuestras debilidades, cuidado, las que nos interesa mostrar, porque somos generosos y justos, ahora que ya somos mayores. Si tenemos esa sensación. ¡Premio! Seguimos con el agua al cuello. Rebuznando, sin ver que damos vueltas a la noria.
Ahora es el antes de después, invariablemente. Ésta era fácil. Debemos comprender que hoy, como ayer, como mañana, estamos en una estación de parada en medio del laberinto de la existencia. Nuestro camino continua fluyendo, aunque creamos que nuestra historia viene y parte del presente, que es el centro. Y no. Somos viajeros, como personas, como seres humanos, como especie. Al igual que Ulises, lo trascendental no es el destino, sino el viaje. Es en la comprensión del viaje donde debemos ubicar nuestra emoción de vivir.
Para tomar esa determinación, para decidir gozar del constante discurrir de cada paso, sin menospreciar nuestro pasado, perdonándonos si es necesario, que bastante tiene ya el pobre, el momento siempre es aquí y ahora. En cualquier instante, nunca es tarde ni pronto. Y si no lo hacemos, por indecisión, cobardía, dejadez, por ignorancia, o porque nos dé la gana, no va a venir un ángel vengador a castigarnos. Otra vez será. En el remedio está la penitencia. Y el aquí y ahora seguirán, pacientemente, esperando a que demos con la salida del establo sin embestirnos con los cuernos.
Y no quisiera acabar sin decir que a mí, lo que de verdad me gusta, por más que les duela a muchos, son las fiestas de mi pueblo, con sus jolgorios y algarabías. Pero eso ya es otra historia.
Xavier http://www.autoayudaysuperacion.com

Xavier Arriarán El Pensamiento Positivo





































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