Viajar con el presente II (Visión chamánica)
En “El espejo del mar”, Conrad dice que el viaje no empieza hasta que se deja de ver tierra firme, “cuando el puerto deja de ser una referencia”. Solo entonces se abandona lo que queda atrás y se puede enfocar el horizonte, lo por venir. Ahí comienza el viaje, “no parte el barco, parte el marino”.
Es una metáfora válida para entender que nuestro pasado nos puede mantener anclados, e impedir emprender la singladura que nos llevará a surcar los mares de la existencia en toda su plenitud. ¡Olé mi niño!
Este concepto tan sencillo, la necesidad de limpiar lo que nos obstruye desde el pasado, para poder disfrutar el presente, se puede explicar de muy diversos modos. Para hacerlo comprensible cualquier método puede servirnos. ¿Y por qué no desde la visión chamánica del toltequismo o nahualismo? Nada perdemos. Y al menos, promete ser divertido. Hala pues.
Según este ancestral conocimiento, lo que llamamos realidad, el mundo que conocemos, no es más que la interpretación que hacemos de todo lo que podemos percibir. Como personas “civilizadas”, tenemos la creencia de que nuestros sentidos y nuestra razón son los límites de esta percepción. Sin embargo, el chamanismo nos dice que todo cuanto hay en el universo no es más que energía que fluye infinita e incesantemente. Lo saben por medio de su “ver”, que no es otra cosa que aprehender energía directamente, sin el filtro de la interpretación. Una hazaña que se consigue tras una vida de extraordinaria disciplina llamada “el camino del guerrero”. Nada tiene que ver con los ojos, es una manera de hacer accesible dicho concepto. Y que los humanos, como forma de vida autoconsciente, somos receptáculos que solo podemos captar una ínfima parte de energía. Esa microscópica porción es la que interpretamos y trasformamos en la “realidad”. Por ello, nuestros sentidos y nuestra razón, no son más que parte de esas interpretaciones. No son reales en sí, lo son mientras así los enfoquemos. Aunque suene a física cuántica, esos brujos lo vislumbraron y experimentaron en profundidad muchos miles de años antes.
Siguen diciendo, que al nacer, no vemos el mundo del mismo modo, sino que por un proceso de socialización, vamos adaptando nuestra percepción a lo que ellos llaman “el centro de la razón”. Vamos cambiando el punto desde el que captamos la energía recibida, recogiendo “emanaciones de racimos” diferentes, y por ende la interpretación subsiguiente.
Esto ocurre, dicen, porque todas nuestras vivencias son interrelaciones energéticas, y que por el proceso de aprendizaje, esta energía que fluye en cada momento de la vida, va quedando atorada en las nuevas experiencias, atando y fijando el nuevo punto de percepción, al que llaman “punto de encaje”, por ser donde encaja la percepción. Al cabo de los años, por el continuo anclaje energético vital, este punto está firmemente inmóvil en la nueva posición, excepto cuando soñamos, o algún suceso excepcional nos afecta (miedo, fiebre, drogas, etc.). Nuestra realidad ya es completa. El mundo racional se ha convertido en omnipresente. Pero no para ellos.
Desbloquear esa energía para poder desplazar el punto de encaje, y así poder cambiar la visión del mundo hasta límites inconcebibles para nosotros, es una parte de su disciplina. La llaman “recapitulación”. Literalmente, reviven su existencia, en un proceso que ahora no viene al caso, pero que deshace esa obturación, y les permite, por un lado, liberar el punto encaje, y por otro, con la energía recuperada, desplazarlo a voluntad. Es una especie de psicoanálisis (de magnitud brutal, y sofisticación abrumadora), pero sin ninguna connotación psicológica, siendo un acto pragmático, orientado hacia una consecución meramente práctica en el campo energético.
Este reordenamiento energético que consigue zafar una obcecada visión antropocéntrica del mundo, es muy similar en el fondo a otras muchas formas de metodología humana. Visualizar el pasado para liberar traumas por medio de auto hipnosis, reprogramar la mente con mensajes subliminales, eliminando creencias negativas anquilosadas en el subconsciente, perdonar los viejos pecados para estar bien con Dios, psicoanalizarse buscando somatizar momentos angustiosos lejanos, y muchos más. En fin, ya se sabe, “si no haces las paces con tu pasado, te puede arruinar el presente”.
Resumiendo, la ciencia, la psicología, las religiones, o el chamanismo, todos acaban diciendo cosas muy parecidas. Cambia la forma, pero no tanto el fondo: Debemos eliminar el lastre innecesario de nuestro equipaje, y a ser posible, cambiarlo por elementos útiles que nos sirvan para continuar progresando. El método que utilicemos no es la clave, siempre que sirva a nuestros fines. Como dijo Arístides de Aquenalusa, “no importa el problema, importa la solución” (no lo busquéis, no existe, pero queda bonito, y si cuela, cuela). Cada uno, cada naturaleza, escoge el suyo. No sirve lo mismo para todos. Pero, ¡Rediós!, hagamos algo, que son cuatro días y luego se acaba.
Y mejor me callo la boca, que de pequeño me decían que cuando callaba, estaba muy guapo.
Xavier http://www.autoayudaysuperacion.com

Xavier Arriarán El Pensamiento Positivo





































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