La relación entre los tipos de respuestas de la ansiedad
Para aprender a controlar nuestra ansiedad debemos saber cuales son los síntomas o respuestas de ansiedad pero también se debe conocer como se relacionan unos tipos de respuesta con los otros, así como algunas reglas básicas de cómo se controlan las respuestas de cada tipo. Lógicamente cuanto más intensa sea la reacción de ansiedad, aparecerá un mayor número de síntomas en los tres niveles (fisiológico, motor y cognitivo).
El aumento de la intensidad de una respuesta suele ocasionar aumentos de otras respuestas, especialmente las que son del mismo tipo, pero también en respuestas de los otros dos sistemas.
No obstante, esta relación no es perfecta. Así, en situaciones de baja intensidad, podemos encontrar distintos grados de activación en sistemas diferentes. Por ejemplo, si alguien no experimenta mucha ansiedad en determinada situación, quizá pueda controlar voluntariamente la expresión de su ansiedad (inquietud motora, expresión facial, tono de la voz, etc.), aunque no pueda controlar otras expresiones como la tasa cardiaca.
No todos las personas muestras todos los síntomas, sino que tienden a especializarse, sobre todo en algunos signos fisiológicos, así, algunas personas sudan más que otras; y paras estas últimas el sudor no será una respuesta importante cuando estén nerviosos. En cambio, para estas personas que sudan poco puede que su principal respuesta sea a nivel gástrico, o que se ruboricen fácilmente, o que les tiemblen mucho las manos. Por otro lado, existen también diferencias en el grado de control que las personas tienen de estos síntomas, por ejemplo es más fácil controlar voluntariamente las respuestas motoras que las de activación fisiológica enervadas por el sistema nervioso autónomo.
Poseemos un mayor grado de control voluntario sobre los músculos que sobre las vísceras, de manera que si intentamos controlar nuestra ansiedad, inicialmente será más fácil hacerlo a nivel motor que fisiológico. Pero el control también se aprende. Así, algunas personas han aprendido a controlar respuestas fisiológicas con cierta facilidad, por ejemplo, su tasa cardiaca mediante ejercicios respiratorios.
Algunas respuestas fisiológicas, como las electrodermales (que miden las respuestas eléctricas de la piel) no se controlan bien con la relajación muscular o el control respiratorio, mientras que se manejan mejor a través de la imaginación, modificando lo que pensamos o imaginamos. Así, imaginar escenas relajantes, nos ayuda a disminuir su intensidad. En cambio, cuando intentamos controlar estas respuestas con otros métodos, se suele producir un incremento en lugar de una disminución.
La falta de control voluntario sobre las respuestas electrodermales es lo que ha llevado a usarlas como índice de falseamiento o detector de mentiras.
Hay que señalar que las personas que presentan muchas señales de ansiedad, de manera intensa, y tienden a mantener esta alta intensidad a lo largo del tiempo, poseen un alto rasgo de ansiedad o un alto nivel general de ansiedad.
Tener un alto nivel general de ansiedad puede ser considerado como un factor de riesgo para el desarrollo de trastorno de ansiedad (crisis de ansiedad, agorafobia, trastorno de ansiedad por abuso de sustancias, fobia social, trastorno de ansiedad generalizada).
Es importante aclarar que un alto nivel de ansiedad puede también estar asociado a otros desordenes como por ejemplo los trastornos psicofisiológicos o psicosomáticos en los que se produce una alteración física (hipertensión arterial, cefalea, dolor de espalda crónica, etc.) que empeoran notablemente cuando el individuo tiene más ansiedad.

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