Todo árbol es madera; pero el pino no es caoba
Por ECOS DE TIERRA ADENTRO (EDTA) - David Norman Foronda L.
En la sociedad actual, compleja y contradictoria, aunque algunas veces parezca que la fe, la espiritualidad y la religión representan u ocupan solamente una pequeña parte en la vida de la mayoría de la gente, ciertamente, creo que estas continúan constituyéndose en la fortaleza trascendental que da sentido a la existencia de las personas y brinda esperanza de una vida en armonía y paz ya sea terrenal o espiritual.
Durante el tiempo de Cuaresma las prácticas religiosas como el ayuno, la oración, la meditación, la prédica, el estudio de la palabra, etc. unen a las personas en su deseo de expresar su fe además de transmitirla a los otros, reflejando así la gran deuda de la humanidad ante Dios quien en su bondad y amor eternos envió a su único hijo para expiar los pecados del mundo.
La sociedad está llamada a la conversión, a la reflexión, al arrepentimiento, a la reconciliación, a la reafirmación inclaudicable de la fe en el Señor y una completa y sincera renovación espiritual. En tiempo de cuaresma las expresiones de amor a Jesús se hacen más latentes, la adoración a la Cruz, las diferentes procesiones en la cuales se escenifica la pasión y muerte del Señor son sólo algunos ejemplos de lo que acontece en tiempo de Cuaresma y Semana Santa.
Todo lo mencionado hace creer en cristianos con profunda convicción pero por otro lado en un mundo secularizado, con perdida de valores y hundido en el consumismo se ven escándalos de pederastia los cuales involucran lamentablemente a clérigos y que quiérase o no da como resultado, entre otros, el distanciamiento de los fieles de la iglesia e incluso de la fe llegando a practicar una suerte de religión “particular” en la cual la persona llega a afirmar que no necesita de un tercero para “estar bien” con Dios llegando a convertirse aquello, creo yo, en una acción meramente subjetiva y personal que según el practicante, rechaza las enseñanzas de la iglesia pero conserva, al mismo tiempo, una “profunda fe” que, ciertamente, guarda para si mismo, lo cual, en lo personal, no me parece muestre o posea convencimiento ni certeza de lo que realmente se predica.
Esta forma de pensar pudiera hasta cierto punto minar la fe de la sociedad y su necesidad de la iglesia y la religión, pero debemos, inevitablemente, recordar que como seres mortales de carne y hueso estamos sujetos a equivocarnos desde las cosas más simples hasta asuntos capitales, alguien dirá “está la libertad de elección”, aunque eso, definitivamente, no implica el desenfreno. Entonces todos somos iguales en apariencia pero diferentes en pensamiento, raciocinio y proceder. Que la falsedad de algún o algunos eclesiásticos no afecte nuestra espiritualidad, fe y concepto de la iglesia que ha luchado a través del tiempo por unir a las sociedades en torno a la fe en Dios.
En tiempo de Cuaresma, pronto a culminar con la resurrección del Señor, como creyentes convencidos realicemos un verdadero discernimiento en torno a nuestra vida, nuestros actos y objetivos en la vida terrenal, reafirmemos nuestra fe más que nunca y hagamos hincapié en la virtud de ser felices cuando los otros lo son, en dar a los demás antes que recibir pues ahí radica la verdadera felicidad y orar por que el eterno creador perdone nuestras faltas en su interminable bondad y sabiduría, teniendo en cuenta que las pruebas de la vida humana nos hacen ser mejores sabiendo sobrellevarlas y sobreponernos a ellas con al ayuda del Señor porque cualquiera que sea nuestra idea acerca de Él, debemos siempre estar en paz con el Padre Celestial y no olvidar en ningún momento que es por Él que existimos y que es el único amigo que nunca abandonará nuestra vida y destino.
Por David N. Foronda L. - Ecos de tierra adentro (EDTA)
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