El máximo líder de todos los tiempos
Ningún líder de la humanidad nos ha dado tantas esperanzas como Jesús a través de su ministerio, vida, obra y promesas acerca de los tiempos venideros. Ciertamente en los tiempos de dolor, crisis y desasosiego, que han sido casi todos los períodos de la historia, resuena la voz del maestro anunciándonos que un tiempo mejor sí es posible y nos insta a esperarlo confiadamente.
La esperanza es un estado del ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos. Y lo que deseamos normalmente son tiempos de paz, tranquilidad para nosotros y nuestras familias. Jesús invirtió buena parte de su tiempo, precisamente, en sembrar en los corazones de todo el que quisiera escucharlo, en ayudarnos a esperar lo bueno, lo deseable, lo mejor para todos.
El apóstol Pablo, en la primera de las dos cartas dedicadas a su discípulo Timoteo, se declara "Apóstol de Jesucristo" por mandato de Dios y del señor Jesucristo a quien denomina "Nuestra esperanza". En el libro de colosenses, el mismo pablo se había referido al Señor como "la esperanza de gloria"
La esperanza está ahí, donde quiera que haya alguien con el corazón dispuesto a participar de las promesas. Cuando Jesús expresó su inolvidable palabra: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" nos invitó a acercarnos a él con nuestras cargas, pecados y aflicciones para recibir lo que en esos momentos de melancolía más necesitamos: la ayuda de alguien que nos ayude a soportar lo insoportable, a vivir lo invivible; a tolerar lo intolerable o, aún mejor, a salir de ese estado de completa crisis ´para pasar a un período de total goce y disfrute.
Un día cualquiera, en cierta montaña de Galilea, el Maestro ofreció el más conmovedor mensaje de esperanza para todos los pueblos de todos los tiempos: las bienaventuranzas. En su enseñanza Jesús se refiere a toda persona, a quienes sufren y a quienes hacen el bien y a todos ellos les presenta una halagadora promesa.
A quienes son pobres de espíritu, es decir, a quienes por sus temores no pueden valerse por sí mismos, Jesús les promete el reino de los cielos. A quienes lloran, porque soportan una pena o silenciosamente sufren un problema sin solución aparente, se les promete consolación. A los mansos, es decir, a los humildes, a quienes se alejaron de los pleitos y las discordias les da la promesa de dejarles la tierra (¡la tierra!) por heredad. A quienes tienen hambre y sed de justicia (y son tantos y tantos en todos los momentos de la historia) les dice que ellos serán saciados. A los misericordiosos les promete, afortunadamente, pagarles con la misma moneda porque ellos "alcanzarán misericordia". Los de limpio corazón tendrán el privilegio negado al resto de los humanos de ver a Dios. Los que se dediquen a conseguir la paz, es decir, los pacificadores, serán llamados hijos de Dios. Los perseguidos por causa de la justicia tienen la garantía de que de ellos es el reino de los cielos
La más importante promesa de Jesús la presentó un poco antes de ir a la cruz para obtener su victoria sobre la muerte: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros".
Y una morada de esas es para cada una de las personas que haya seguido al Maestro. Por eso Jesús es el líder supremo, el dirigente máximo, el principal de nuestras vidas. Por que sembró en nosotros la semilla de la esperanza. Y sus frutos ya los estamos recogiendo. Y otros vendrán a su debido tiempo. Como las moradas que nos tiene preparadas en la casa del Padre.
POR: Alejandro Rutto Martínez
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso escritor y periodista ítalo-colombiano quien además ejerce la docencia en varias universidades. Es autor de cuatro libros sobre ética y liderazgo y figura en tres antologías de autores colombianos. Contáctelo al cel. 300 8055526 o al correo alejandrorutto@gmail.com. Lea sus escritos en MAICAO AL DÍA, página en la cual usted encontrará escritos, crónicas y piezas hermosas de la literatura colombiana.

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