Todas las sangres...todos los cánceres
No soy asiduo asistente a reuniones jaraneras, a veces pienso que he heredado de Heráclito esta costumbre, menos aún cuando la gente se llena la boca de palabras estimulada por el alcohol, pero a veces asisto a algunas de las que me invitan y hace poco en una de ellas, un individuo, al reconocerme, empezó a gritar en público mi historia clínica, haciéndome ver, ante los asistentes, como un bicho raro, como un ser anormal, alimentando mitos y fábulas.
De vuelta a casa, recordé al gran José M. Arguedas, quien en su obra “Todas las Sangres”, había reunido al digno indígena Rendón Willka, a Fermín y su mina Aparkora, a Bruno Aragón, a la comunidad, a la policía, a los políticos corruptos de siempre, al cura… a todos y vinieron a mi memoria, las siempre frescas y dolorosas imágenes de los pacientes del INEN, en cuyos pasillos, patios y jardines, en cuyos consultorios y recovecos…habían y hay hombres y mujeres que representan a todas la sangres del Dolor y del sufrimiento, del valor y la esperanza.
En los pasillos del INEN
Hay pacientes de todas las razas… cholos, indios, negros, mulatos, trigueños, morochos, blancos, albinos, gringos…
Pacientes de todas las edades…recién nacidas, lactantes, jóvenes, adultos, mayores, viejitos.
Pacientes de todos los sexos…hombres, mujeres y mixtos.
De todos los colores…pálidos, chaposos, amarillos, cenizos, negros, ictéricos
En los pasadizos del INEN
Hay pacientes
De todas las voces…los que escupen, tosen, mean, vomitan, orinan, defecan, lagrimean, exudan, segregan
De todos los andares…erectos, cojos, jorobados, con una, con dos muletas, en silla de ruedas, en camillas, lentos, rápidos, con bastón.
De todos los estadios…vivos, curados, en recuperación, graves, moribundos, resucitados, muertos.
De todas las caras…resignados, angustiados, serenos, desesperados, rebeldes, llorosos.
De todos los llantos. De todas las risas…llantos y risas sentidas, ocultos, tímidos, alegres, abiertos.
De todas las religiones…católicos, evangélicos, ateos, árabes, ateos, agnósticos, marxistas…
En el INEN
Hay pacientes
De todo el País…Norteños, andinos, selváticos, serranos, cuzqueños, sureños…
De todas las vestimentas…con ternos, con ponchos, con bermudas, en sandalias, con tacos, ojotas
De todos los manjares…gaseosas, chicha, Cancha, cuy, huevo, papa, lomito saltado, rocoto, sangrecita, arroz, trigo, quaker…
De todos los olores…a queso, a chuño, a Royal regiment, a pezuña, a colonia de 80º, a socavón, a pescado, a mar, a sudor loretano…
De todas las formas…con manos, sin manos, con una pierna, sin piernas, con un ojo, sin ojos, con muelas, sin muelas, con algunas.
De todos los pelos…con pelo, calvos, con la memoria expuesta, con pelucas
De todas las enfermedades y de todos los cánceres.
El INEN es una enorme vitrina, una hermosa escultura viviente, en donde caminan y circulan, día a día, a vista y paciencia de médicos, enfermeras, técnicos y funcionarios, hombres y mujeres de todas las sangres, de todas las razas, de todas las esperanzas y miedos, de todos los corajes y sufrimientos, como los de Rendón Willka y del patrón Bruno Aragón en la obra del gran Arguedas. Caminan casi felices de luchar contra todos los cánceres, son miles de héroes anónimos, que sólo aspirar a Vivir y que… ¡No se rinden!, a pesar de todas los sufrimientos y dolores, sacrificios y renuncias regalando al mundo un hermoso ejemplo de amor a la vida
Rindo, a través de estas modestas líneas, un vivo y sentido homenaje a los hombres y mujeres de todas las razas y sangres que un día tuvieron el infortunio y la responsabilidad de enfrentarse al cáncer en todas sus crueles formas y que lo enfrentaron y lo enfrentan con dignidad y valor, casi felices de luchar contra este flagelo, aún cuando saben que muchos morirán, pero aquellos que sobreviven se convierten en testimonios vivos de esa lucha y que su experiencia sirve de alimento y aliento para aquellos que aún luchan.

Miguel Palacios Celi





































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