Cómo afrontar las preocupaciones
La preocupación es un estado de angustiosa intranquilidad generada por las ansiedades del pasado; lo sufrimientos del presente y las pesimistas presiones sobre el mañana.
La preocupación es un detonante para serios problemas con los que se enfrenta la sociedad moderna: el estrés laboral; la inestabilidad emocional; el aumento en el consumo de tranquilizantes; el desmejoramiento del clima laboral en las empresas y la alteración de la relaciones entre los miembros de la familia.
De acuerdo con el diccionario la preocupación es el cuidado, previsión de alguna contingencia azarosa o adversa. Preocupar se define como: "poner el ánimo en cuidado, embargarlo, mantenerlo fijo en un pensamiento, asunto o contingencia"
Cuando alguien está preocupado lo que realmente hace es ocupar sus pensamientos en múltiples asuntos: algunos de ellos valen la pena y son útiles, pero otros son verdaderamente dañinos y destructivos.
Una persona sumida en la preocupación se conoce por su impaciencia, ansiedad, angustia y desesperación. Su vida estará llena de cargas y su corazón parecerá una bomba a punto de estallar y romperse en mil pedazos.
La preocupación se alimenta principalmente de los presagios. De los malos presagios, lógicamente. El deportista quiere ganar la competencia en que participa, pero sabe que un resultado adverso también es posible y por eso comienza a pensar en ese escenario permanente y, en algunos casos irracional.
El ejecutivo de una empresa los conocimientos y la experiencia necesaria para conducir su organización hacia el logro de los objetivos propuestos, pero sabe que el fracaso lo estará al acecho y por lo tanto considerara esta probabilidad como uno de los contextos no deseables a los que deberá enfrentarse. Pensar en el fracaso no es recomendable pero puede considerarse normal. Pero pensar en el fracaso como el único desenlace es exagerado y una fuente de peligro preocupación.
La preocupación no es un estado de la sociedad, es una condición de la fragilidad humana, enfrentada a un mañana desconocida retadora, desafiante. Y plagado de riesgos. Algunos estudiosos la han considerado como un pecado porque muestra falta de fe en Dios (Abraham nunca se preocupo por la suerte de su hijo cuando Dios le ordeno sacrificarlo); o porque es una desobediencia manifiesta (Abraham no se negó a cumplir la orden del creador)
Sin embargo la preocupación inherente a los seres humanos y verse atrapados en ella hace parte de la debilidad y la imperfección que nos caracteriza.
Una buena dosis de confianza en DIOS y en nosotros mismo (así, en ese orden: Dios primero, nosotros después). Además es bueno señalar que gran parte de las buena ocasiones que hemos emprendido partieron de alguna inconformidad real o una preocupación legítima: por eso nos motivamos, fuimos creativos y dueños de sorprendentes iniciativas. Por las preocupaciones bien dirigidas analizamos sosegadamente los hechos, y dirigimos nuestros pensamientos hacia lo verdaderamente importante.
Cuando tenemos preocupaciones constructivas orientamos las energías de nuestro ser hacia la prevención y solución de problemas.
Por: Alejandro Rutto Martínez
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso escritor y periodista ítalo-colombiano quien además ejerce la docencia en varias universidades. Es autor de cuatro libros sobre ética y liderazgo y figura en tres antologías de autores colombianos. Contáctelo al cel. 300 8055526 o al correo alejandrorutto@gmail.com. Lea sus escritos en MAICAO AL DÍA, página en la cual usted encontrará escritos, crónicas y piezas hermosas de la literatura colombiana.

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