¿Abusos sexuales en la Biblia? 1ª Parte
Cada ser humano es único, irrepetible. La conciencia de nuestra propia individualidad es una de las características que nos distinguen de los demás seres vivos del planeta. Pero al mismo tiempo formamos parte de una especie; una peculiar especie con una herencia muy diversa que se manifiesta en un amplio espectro donde tienen cabida todo tipo de comportamientos.
Si bien siempre ha habido voces apocalípticas anunciándonos el fin de los tiempos a causa de nuestra maldad, lo cierto es que aquí seguimos, con toda la maldad y toda la bondad que somos capaces de desarrollar.
No creo que la humanidad sea cada vez peor o mejor, sino que cada vez es peor y mejor, que no es lo mismo. La evolución y el mayor dominio de cuanto nos rodea, posibilita que aumenten nuestras potencialidades e, inevitablemente, lo hacemos tanto en el buen como en el mal camino. Pensar en una victoria del bien sobre el mal es tan ingenuo como pensar en lo contrario. Nuestra razón de ser quizá radique en el precario equilibrio entre ambas. Por eso creo que los males que hoy nos aquejan difieren muy poco de los que afligían la humanidad hace cientos o incluso miles de años.
Los abusos sexuales en la infancia no constituyen ninguna excepción. Y buena prueba de ello la podemos encontrar en la mismísima Biblia. Eso si; habrá que leerla con nuevos ojos para entrever la historia que se oculta en un texto donde el dogma y los prejuicios se encargan de disfrazar algunas verdades que, hoy en día, aún se continúan ocultando. En eso no hemos adelantado mucho.
Los capítulos a los que me referiré son el 18 y el 19 del Génesis.
La historia de la humanidad es, en buena parte, la historia de las guerras entre distintos pueblos. La Biblia, sobretodo en los primeros libros, es una buena muestra de ello. Los pueblos aparecen y desaparecen en una sucesión de guerras que, a veces, la parquedad de conceptos parecen minimizar lo terribles que sin duda fueron estas situaciones.
En tiempos de Abraham, Yahveh tenía previsto destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra. Posiblemente hubieran otras ciudades, aunque Sodoma y Gomorra debieron ser las más emblemáticas o representativas. En cualquier caso esas eran las que, por una u otra razón, interesaban al narrador bíblico.
La razón que esgrime Yahveh para llevar a cabo tal devastación es la iniquidad y la perversidad de sus habitantes. No deja de sorprender, considerando lo que les iba a suceder en breve a Sodoma y Gomorra, la lectura del capítulo 8. Allí nos dice Yahveh, tras el diluvio con el que pretendía exterminar a la humanidad:
“No volveré ya más a maldecir la tierra por causa del hombre, pues los designios del corazón del hombre son malos desde su niñez, ni volveré más a castigar a todo viviente, como lo he hecho”.
Según parece todo el mundo puede cambiar de opinión; incluso Dios. Pero vayamos al lugar de los hechos. Sodoma era el lugar de residencia de Lot y de su familia, personaje relevante por cuanto su historia es la que nos interesa. Aunque en términos bíblicos su relevancia tiene más que ver con el parentesco que le une a Abraham (hijo de su hermano) y con la descendencia que se le atribuye; los moabitas y los ammonitas.
Yahveh había establecido un pacto con Abraham según el cual toda su descendencia sería bendecida, y tan numerosa iba a ser que sólo podría contarla quien fuera capaz de contar los granos de polvo que hay sobre la Tierra.
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Joan Montane Lozoya

Dios no es hombre para mentir ni hijo de hombre para arrepentirse, el Señor fue impulsado ha destruir esa s 2 ciudades por la maldad y x el duro corazón de las personas. pero despues el hace un pacto. pero eso no quiere decir q el Señor creador de los cielos y la tierra haga su voluntad, pues el está buscando su iglesia perfecta y mientras no esté preparada el va hacer su buena voluntad q es buena agradable y perfecta, ni se juzga ni siquiera se puede opinar xq todo ya está escrito





































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