De internet y el vendedor de enciclopedias
Se pudiera decir que el crecimiento y desarrollo de la red de redes, internet, ha sido tan rápido que a veces nos cuesta darnos cuenta de varias transformación que ha traido consigo. Entre ellas ha dejado de existir por ejemplo el vendedor de enciclopedias.
Recuerdo de pequeño como los vendedores de enciclopedia afloraban por las calles de casa en casa. Mi madre gustaba de vestir la casa con muebles llenos de libros y enciclopedias. De hecho ahí siguen, decorando más que como su principal propósito que sería de lectura. Mi madre siempre pensaba que en un futuro hasta sus nietos podrían llegar a su casa para nutrirse de su pequeña biblioteca y realizar trabajos de clase, estudiar... En fin, que pensaba que tenía todo un tesoro no sólo para sus hijos, sino para los hijos de sus hijos también. Lo cierto es que el paso del tiempo y el avance principalmente de internet, ha hecho que hoy en día esos libros de consulta pasen a un segundo plano. Sus hijos encuentran prácticamente todo lo que quieren saber en la misma red de redes, sin tener que desplazarse a su casa para consultar aquellas llamativas y decorativas enciclopedias. Sus nietos todavía no están en edad de estudiar pero a buen seguro que también podrán extraer de internet la información que necesiten para sus estudios y trabajos.
Así fue que aquellos elegantes y amables señores vendedores de enciclopedias, han quedado en mí solamente como recuerdos de mi niñez. Yo devoraba aquellas enciclopedias, empapándome sobre todo de geografía, viajaba por el mundo leyendo sobre todos los países y continentes. Así podía casi que situarme en mitad de la Plaza de San Marcos en Venecia, subir la estatua de la Libertad en Nueva York, recorrer la inmensa muralla china, yo leía y leía, y de paso también viajaba... También podía conocer acerca de personajes históricos como Cristobal Colón, Isaac Newton, el enigmátco Rasputin y hasta el aventurero y seductor Giacomo Casanova. Recuerdo también ir a casa de algún amigo y ver algunas de las enciclopedias de mi casa allí repetidas. Me alegraba enormemente como quien se encontraba con un verdadero amigo. Y es que las enciclopedias fueron también mi compañero de viajes y aventuras. Ay, Internet ¿dónde escondiste al señor vendedor de enciclopedias?.
Atis 88
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