El gran poder del compromiso
Cuestión de enfoques
Voy a abordar hoy un tema que me parece fundamental para tener éxito en la vida, cualquiera que sea nuestro campo de acción. Estoy hablando de la constancia o persistencia, o disciplina, como la llamaban nuestros padres y abuelos. Esta actitud vital tiene aún otro nombre, uno que es el que a mí me gusta usar: compromiso.
La palabra compromiso tiene la característica de implicar un movimiento desde el interior hacia afuera, es decir, una expresión pura de la voluntad; en cambio, palabras como constancia o persistencia –por no mencionar la disciplina- implican, al menos así me lo parece, una carga de agobio o sufrimiento dosificado. Creo que el compromiso, en contraparte, es voluntario y gozoso.
Tanto va el cántaro al agua…
La sabiduría popular expresa en sus dichos y refranes lo que muchas veces el ciudadano promedio no podría comprender si se le fuera comunicada con otras palabras. El compromiso ha sido siempre defendido por esas voces como la manera en la que el ser humano potencia su voluntad y accede a todo aquello que desea. El compromiso, me atrevo a adelantar yo, es una fuerza elemental humana que moviliza las más pesadas cargas; yo mismo lo he experimentado en mi vida, y no siempre en cuestiones trascendentales, a veces en simplicidades cotidianas. Es más, me atrevo a afirmar que es precisamente en estas pruebas diarias donde el compromiso se forja y se prepara para enfrentar situaciones más relevantes.
De tal manera que podríamos decir que el compromiso se hace más fuerte y reclama empresas más grandes. Se trata de un proceso de fortalecimiento continuo que es, así me lo parece, eso que muchas personas llaman desarrollo personal o humano. Dicho así, tan rápido, pareciera que se trata de algo sencillo, pero no es verdad; son muchos los obstáculos que todos debemos enfrentar constantemente. Muchas veces tropezamos y caemos, es verdad, pero también muchas veces habremos de levantarnos si es que estamos seguros de aquello que desea nuestra voluntad. El compromiso es intentar una y otra vez conseguir el éxito en aquel proyecto que nos ha hechizado, que nos convoca poderosamente; renunciar no es una alternativa para quien se ha comprometido, para quien ha sopesado cuidadosamente su situación y entiende que aquello a lo que aspira es algo legítimo y no un simple capricho.
La unión hace la fuerza
Soy un enamorado de la vida en comunidad, de la experiencia de la persona entre sus semejantes. Si bien el compromiso para conseguir metas personales es de carácter íntimo e individual, nada podríamos obtener sin el auxilio de aquellos que nos rodean. En el mundo de los negocios se les llaman alianzas estratégicas; en la vida ordinaria, en cambio, podríamos hablar de relaciones interpersonales, las cuales nacen, a su vez, de esa necesidad de compartir la vida que tenemos todos los seres humanos.
Yo he padecido mucho, o digamos que he tenido que enfrentar muchas dificultades “gratuitas” gracias a mi incapacidad para generar encuentros con los demás. Los años me han enseñado que no hay “llaneros solitarios” sino personas comprometidas que actúan desde y para la comunidad a la que pertenecen. Así que el primer compromiso debería ser con nosotros mismos, claro, pero también con las personas que se ordenan a nuestro alrededor, nuestro círculo de influencia inmediato.
Hablando se entiende la gente
El compromiso, según hemos visto, nace en el núcleo de identidad personal, en el corazón de la persona. Cuando se tiene, pues, la certeza de aquello que deseamos, de aquel proyecto que estamos dispuestos a abrazar, se vuelve necesario establecer alianzas con los demás, con los “aliados” que nos ayudarán a conseguir lo deseado, ¿y cómo podríamos alcanzar esos encuentros mutuamente provechosos si no es a través del diálogo?
Dialogar es construir puentes, abrir puertas, proteger sueños. Todo compromiso debe llevarnos necesariamente a dialogar con los demás, a participar de las ideas de los otros para aprender y para perfeccionar nuestros propios pensamientos. ¿De qué le sirve el compromiso a alguien que desea vender un producto si no tiene la capacidad de comunicarse con los demás, con aquéllos que podrían comprarlo?, ¿Cómo podría una persona convencer a otra de que es preciso asociarse para generar una situación de “ganar-ganar” si es que no tiene la capacidad de exponer claramente sus deseos?
El compromiso debe llevarnos a la acción o no es compromiso.
Me despido deseándote, como siempre, un excelente día.

Dr. Álex Ramírez- Arballo es profesor en Penn State University. Es un apasionado de la tecnología, la filosofía, los negocios en internet y afronta todo esto desde una perspectiva humanista. Publica diariamente en su sitio:www.orbired.com





































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