No siempre puedes elegir
He conversado con alguien que se siente muy culpable. Ante cada fallo en las metas que se plantea se responsabiliza 100% a sí mismo. Lucha y lucha perfeccionándose y esforzándose cada vez más. Pero eso no lo exime del fracaso y, en su caso, tampoco del sentimiento exagerado de responsabilidad.
Ya sé que el sentimiento de culpa cumple una gran función. Se han visto personas movilizarse como máquinas para luchar contra el remordimiento. Es la fuerza que han sacado para rectificar sus faltas la que los lleva a resultados extraordinarios.
Pero también hay que ver que niveles demasiado elevados de culpa destruyen el ánimo. Y hay gente que se consume en la contrición en vez de emprender acciones efectivas. Por eso vale la pena sacar experiencia de lo que les pasa a esas personas que se sienten tan responsables de sus propios fracasos.
Aclaremos esto, por lo general tenemos buena parte de la responsabilidad en muchos de nuestros fiascos. Pero es un verdadero error creer que eso es una verdad absoluta. Y hacerlo es la causa de muchos dolores de cabeza y estancamiento.
Tienes que saber que la mayoría de las condiciones que enfrentas no son elegibles. Y juegan un fuerte papel en el curso de tu actividad. Ellas influyen y muchas veces determinan en tus éxitos y fracasos.
Tú no escoges el país donde naces ni la educación que de niño de aseguran tus padres. La clase social a la que perteneces se te impone así como la época que te ha tocado vivir. Ni qué decir de todas las circunstancias fortuitas, cosas que suceden y que nadie puede predecir. Esas tienes que soportarlas si van en contra de tus designios. Y, claro, alegrarte si ocasionalmente te favorecen, lo cual no ocurre en la mayoría de los casos.
Las condiciones que no puedes controlar justifican buena parte de tus problemas. Piensa en ello, en esas cosas que inevitablemente están impuestas en tu vida sin que puedas evitarlo. Qué pasaría si de repente cambiaran a tu favor, que pudieras escoger y moldear tus condiciones de vida a tu puro antojo. Darías un salto colosal hacia el éxito y la autorrealización. Pero sabes que eso es imposible.
Por eso tienes que conformarte con influir solo sobre una parte de los factores del éxito. Sobre los demás, nada puedes hacer. Y por la misma razón, detente ya de responsabilizarte completamente de tus fracasos. Si has hecho todo lo que ha estado a tu alcance en un momento dado, no tienes nada de lo que arrepentirte. Más bien, debes sentirte orgulloso de haber luchado aunque no hayas saboreado la victoria, todavía.
Viendo que las cosas son así, algunas elegibles y modificables; otras impositivas y no elegibles, qué hacer. Lo primero es eludir tanto como sea posible el enfrentamiento de problemas que no está en tus manos poder resolver. Y también estar preparado dejando un lugar en tus planes para enfrentar la intervención de factores ajenos a ti.
Pero lo más importante de todo es que sepas aprovechar incluso aquellas condiciones inicialmente desfavorables. Es en eso que debes hacer énfasis, en convertir aparentes desventajas en oportunidades. El talento que demuestres haciéndolo determinará mayores posibilidades para conseguir la satisfacción de tus proyectos. Aceptando ambos tipos de factores, los que puedes cambiar y los que no, verás que obtendrás mejores resultados.
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Alejandro Capdevila





































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