El dinero y la Felicidad
No puede negarse la necesidad del dinero en la época actual. Habría que estar soñando para hacerlo. El bienestar económico siempre ha sido y será siempre imprescindible. Pero la contribución del dinero a la felicidad sigue siendo bastante controvertida.
Por un lado, el dinero sí puede contribuir a la felicidad. Tiene poder para resolver muchas de las necesidades humanas. No solamente tiene alcance material. Los servicios y productos pagados tienen un valor espiritual en alguna medida. Pero dije que puede contribuir a la felicidad. No dije que necesariamente lo hace.
Así vemos que el dinero no ayuda a tener mejores amigos. Tampoco nos ayuda a encontrar al verdadero amor. Porque suele ser todo lo contrario. El tener más recursos económicos atrae a ciertos tipos de personas. Ellas no suelen ser muy fieles ni confiables.
El dinero es una fuente de recursos. Sin embargo, son recursos externos y por lo tanto volátiles. Una persona no debe cifrar todo su valor en lo externo. Porque siempre tiene el riesgo de perderlo quedando totalmente desvalida. Nadie puede sentirse seguro si solo cuenta con dinero. Porque es algo que se tiene hoy y mañana puede faltar. No es una fuente de confianza como lo son las virtudes personales.
El dinero tiende a crear más y más necesidades. Eso hace que las personas pudientes hallen difícil encontrar bienestar en otras condiciones. Un hombre pobre es feliz con muy poco. Sin embargo, una persona rica necesita de mucho. Para él alcanzar la felicidad es algo complicado y caro. Tiene que poseer muchas cosas a las que ya su mente está habituada. Caer en la situación de una persona pobre lo sumiría en una situación casi insoportable. Mientras que esa situación la soportan equilibradamente las personas de escasos recursos.
El dinero da poder. Y se ha observado una tendencia a la degeneración personal en las personas con mucho poder. De ahí la afirmación común de que el poder corrompe. Y es más difícil que una persona corrupta pueda ser verdaderamente feliz.
Otra consecuencia del aumento desmesurado de poder es la ansiedad. Una persona que no haya límites en lo que puede conseguir se vuelve inestable. No sabe qué hacer, comienza a desear cosas absurdas. Adquiere bienes y servicios por puro capricho tratando de calmar una inconformidad interior que no encuentra solución. Llega al punto de experimentar un fuerte vacío espiritual difícil de controlar.
Hay también repercusiones indeseables en cuanto a su desarrollo personal. Muchas veces se ha visto en la historia quiénes han sido los hombres más prominentes. Ellos por lo general comenzaron sin nada. Construyeron sus vidas con sus propias manos y a puro sudor. Y por eso desarrollaron capacidades extraordinarias. Pero no pasa igual con los que nacen teniéndolo todo. No sienten jamás la necesidad de luchar y su personalidad suele ser de bastante poco alcance.
También puede decirse sobre el nivel de salud mental de alguien con mucho dinero. El tener muchos recursos económicos da a la persona muchas cosas que perder. Y cuando eso sucede aparecen y se incrementan temores que antes no existían. Aparece el miedo a la pobreza y a perder privilegios o a no ser competitivo, etc.
De la misma manera aparecen ciertas obsesiones que socavan el bienestar mental. Se lucha por competir con otros que también tienen. Se pierde el sueño en el deseo irrefrenable de tener más y más. No se puede vivir tranquilo si no se cuenta con lo mejor. Y el tener todo de lujo y el auto último modelo se convierte en importante. A la par, y aunque parezca paradójico; se pierde la capacidad de valorar la mayoría de las cosas. Todo se desprecia y por eso disminuye también la posibilidad de sentirse conforme con lo que se tiene. Es decir, se aleja la posibilidad de ser feliz algún día.
Es totalmente justo y lógico aspirar a mejorar económicamente. Pero nunca lo hagas con la falsa ilusión de que el dinero te garantizará la felicidad.
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Alejandro Capdevila





































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