De Guindos, reformas de sanidad y educación: La doctrina del shock.
En el año 2005 cuando el huracán Katrina devastó buena parte de Nueva Orleans creando una verdadera emergencia nacional, los habitantes de la maltrecha ciudad estaban en shock. Buena parte del país estaba en shock. Y los primeros en llegar para "ayudar" fueron los mercenarios de Blackwater (la empresa privada con el mayor ejército del mundo, por lo menos, durante el mandato de George Bush II), armados con fusiles de asalto y asegurando perímetros designándolos como en Irak: zona verde, zona roja, etc. La FEMA (Agencia Federal para la Gestión de Emergencias), agencia encargada en estos casos para las soluciones de las crisis, con poder incluso para temporalmente suspender derechos constitucionales, hacía mutis por el foro. El país era en su más extrema caricatura “América Inc.”
Mientras los supervivientes pedían ayuda desde los techos de sus casas inundadas o se apretujaban como sardinas en la prisión en que se convirtió el Superdome, el gobierno de Bush preparaba junto con los lobbies adecuados nuevas leyes y decretos para desbaratar el sistema público de enseñanza y sustituirlo por uno de gestión privada. Las empresas de construcción e ingeniería se rompían los cuernos por conseguir contratos de reconstrucción (como en Irak) y nivelar grandes parcelas de zona urbana para crear una nueva ciudad no para los habitantes originales (en su mayoría negros) que serían realojados en otro “sitio”.
Es la doctrina del shock, el auge del capitalismo del desastre de Naomi Klein, un libro que examinaremos en detalle en otro post más adelante. En España las cosas llegan más tarde, pero llegan y aquí tenemos nuestro particular Katrina con el señor De Guindos ex Lehman Brothers (quiebra monumental, epítome del libre mercado en USA) y flamante ministro de economía del señor Rajoy. Y ahora es el momento.
Aprovechando la crisis más severa de la historia de España desde la posguerra con un índice de paro insostenible, desahucios a izquierda y derecha, familias enteras marginadas y un país en shock llegan las reformas de sanidad y educación. Las que faltaban, era la cuenta que aún no habíamos pagado a los bancos, constructoras, cajas y los intereses de la deuda de esa maravillosa inversión extranjera, la que especula con el euro y los bonos, que no pagan impuestos de sus ganancias en paraísos fiscales y a la primera de cambio desaparecen para destrozar otra economía en otro sitio.
¿Pero detrás de la economía hay gente? “No”- como dijo aquel- “La economía va bien, lo que no va bien es la gente.” Por supuesto que el señor De Guindos no va a probar la amarga medicina que obligará a todos los españoles a tomar, ni la señora Cospedal, ni Rajoy, ni Soraya (la vice, no la otra) ni Rubalcaba ni el elegante señor Durán i LLeida porque con sueldos y privilegios de político uno se puede permitir colegios privados y seguros médicos de lujo. No, esa medicina está hecha para el paciente en shock que la tomará casi sin darse cuenta aunque su rostro como el de un niño exprese la amargura.
O me equivoco, ojalá me equivoque y me encuentre con una España que revive del K.O. y se enfrenta a esta casta política totalmente corrupta moralmente (y a veces sin el moralmente) y vendida a intereses extraños, que no son los nuestros. Y acabo con las palabras de Cicerón que vienen muy bien para echárselas a estos politicastros a la cara:
¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?
¿Hasta cuándo esta locura tuya seguirá riéndose de nosotros?
¿Cuándo acabará esta desenfrenada audacia tuya?
Eso me pregunto yo y supongo que muchos españoles también: ¿Hasta cuándo?

Eduardo Fernández www.informacionydinero.com cornagobis@hotmail.com





































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