Feedback para la competencia de tu hijo
¿La información de retorno que ofreces a tu hijo es estimulante o un jarro de agua fría? ¿Cómo le refieres la información, globalmente a su persona o a sus acciones? ¿Atiendes a los resultados o al proceso? ¿Y a la intención?
Pié ;nsalo brevemente, tanto en los quehaceres formales como la escuela u otras cuestiones domésticas o sociales según su edad.
El sentido de competencia (capacidad personal) percibida que un niño tiene comienza a coger forma con dos años de edad. Los padres condicionamos fuertemente su autovaloración de orgullo o vergüenza con nuestro feedback a sus acciones y comportamientos. ¿No sientes que deberíamos ser muy considerados y responsables en la información que les damos?
Es propio de nuestra naturaleza la necesidad de ser efectivos. Por esta razón, tienes la oportunidad de favorecer la autoevaluación positiva de tu hijo y su motivación de logro (superación)…
- Alabando su esfuerzo mejor que su habilidad o sus resultados.
- Proporcionando atribuciones más precisas sobre las razones de los resultados obtenidos.
- Orientando las acciones futuras para evitar los mismos errores.
La evaluación que hacemos los padres de nuestros hijos les proporciona información sobre:
- La adecuación de la acción o resultados.
- El nivel esperado de los esfuerzos y los resultados satisfactorios o por debajo de las expectativas.
Es muy importante que aprendan a ajustar la expresión de su afecto, que aprendan a evaluar su propio comportamiento, por tanto cuidemos el espejo que les ofrecemos en nuestras palabras.
Nuestro feedback puede afectar su motivación para comprometerse en el dominio de actividades. Los sentimientos de competencia y autonomía facilitan su motivación intrínseca para involucrase en el dominio de actividades por el interés de las mismas. ¡Atención a esto! Solamente cuando se dan juntos, por el contrario si existen refuerzos a propósito del rendimiento en la tarea muy probablemente se debilite la motivación intrínseca o sentimiento de capacidad personal.
Debemos mantener siempre presente nuestro propósito educativo hacia nuestro hijo, ser conscientes de que debemos procurarles amor y guía a través de nuestro cuidado y nuestro feedback positivo que valore su persona y corrija el comportamiento inadecuado.
“Eres fantástico, pero tienes que controlar mejor…”
“Eres una niña preciosa e inteligente, pero sabes que te has equivocado. Piensa que puedes hacer para remediarlo”.
Generalmente no tenemos más patrones referenciales para educar a nuestros hijos que nuestra propia vida, lo que nuestros padres nos enseñaron y lo que hemos aprendido como autodidactas. Por eso es importante poder contar con orientación, contrastar criterios y observar la propia experiencia, rectificar. Ser padres es un compromiso de actualización y aprendizaje continuo.

Anna M. Sells





































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