Las luchas del guerrero dormido
“Era una monstruosa imagen de robusto cuerpo y filosos dientes, un fiero e inescrupuloso guardián alterado por la intromisión en su perímetro de una figura desconocida y extraña. El forastero no le llegaba ni a la mitad y pesaba 10 veces menos. Sin embargo, el aberrante Killer se abalanzó sobre él, sin intención de respeto a la vida. Avivando sus ladridos, Killer le indicaba al gatito foráneo que no daría tregua hasta desaparecerlo de sus dominios.
El felino amenazado pensó que podía encararlo y sacó un fuerte maullido del fondo de su ser. El aviso fue tan penetrante y contundente que Killer asustado huyó de nuestro valiente protagonista. El minino orgulloso pensó: “Que coraje el mío”, “soy el gato más valiente de todos”. Presuntuoso, alzó su cabeza, elevó su mirada y empezó a caminar erguido.
Acto seguido, un estruendo espantoso le produjo un nuevo maullido que ahora sonó más bien a quejido. La elegante caminata se convirtió en carrera despavorida y los ojos altivos ahora brotaban clavados en el piso para no ver al furioso perro que parecía haber regresado. Que parecía, porque realmente el ruido lo produjo fue la caída -justo a su lado- de una meseta grande y destartalada.
Desconocemos un sin fin de virtudes dormidas en nuestro interior. Son buenos ejemplos las habilidades innatas, el poder mental y la capacidad de discernimiento, entre otros. Pero, quizá, el sempiterno olvidado es el guerrero que habita en ti, el peleador que podría desplegar tus aptitudes, el que levantaría tu autoconfianza, el que espera por tu reconocimiento.
La primera lucha es profundamente interna: allí el guerrero debe dominar a sus enemigos naturales como las creencias, los programas y los paradigmas, que están cómodamente instalados en tu mente y aplican tácticas de distracción y estrategias de confusión directamente sobre ti. El único objetivo de estos enemigos es mantenerte en su zona cómoda. Mientras que la meta del guerrero es fortalecer tu castillo personal.
La segunda lucha es superficialmente interna: en esta observamos, por un lado, a los comandantes del batallón del fracaso llamados personalidad y carácter, quienes han formando durante años una imagen bien clara -ante ti y tu entorno- de lo que puedes, y más aún, de lo que supuestamente no puedes hacer.
Pero por otro lado, nuestro guerrero interno empieza a socavar y a destruir uno a uno los soldados de ese batallón. Así, la timidez, el miedo a hablar en público, el evitar confrontaciones, el no poder trabajar en equipo, el no asumir riesgos, y tantos otros, caen rendidos a los pies del protagonista recién despierto.
La tercera lucha es superficialmente externa: Aquí, nuestro protagonista se empeña en sacar a flote tus virtudes, en ponerlas en primer orden, en descubrirlas ante tus ojos y sobre todo en revelarlas ante tu conciencia. Despertar al guerrero significa manifestar tus talentos, colocarlos a tu servicio y al servicio de tu entorno. Es vernos como seres poderosos que enfrentan la vida y persiguen sus ideales con sabiduría y decisión.
La cuarta lucha profundamente externa: Esta se basa en la confianza que le debemos otorgar a nuestro valiente cuando el temporal nos ataque torrencialmente. Él te da la fe para estar firme cuando el huracán de los problemas te embista.
Reconociendo al guerrero que mora en ti, ser su amigo, te defenderá y sobre todo, sabrá escoger la competencia pertinente para convertir las tempestades en provechos inadvertidos.
Ahora más que nunca necesitamos despertar al guerrero contra las creencias, y los fracaso, al luchador de los talentos y la confianza. Desde el más humilde e indefenso niño, hasta el más fuerte y hábil de los veteranos debe reconocer esta potencia interna. Y sobre todo debe utilizarla para impulsar su crecimiento continuo.
“Basta el instante de un cerrar de ojos para hacer de un hombre pacífico un guerrero”.
S. Butler

Jaime Mora Director de www.impulsate.com





































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