Ligar en el siglo 21
No deja de resultarme curioso las formas que establecemos los humanos de siglo 21 para relacionarnos. Parece que inconscientemente hemos habilitado varios canales específicos a través de los cuales está "permitido" o "aceptado" el conocer a gente nueva resultando extraño el hacerlo fuera de ellos. Así disponemos de bares, discotecas, cursos, universidad, trabajo o simplemente a través de algún amig@ como vías consideradas "normales& quot; y aceptadas para conocer gente y ligar.
De hecho según un estudio llevado a cabo por el experto en redes sociales de la Universidad de California James Fowler, el 68% de las parejas se conocen por amigos comunes y un 20% en el lugar de trabajo. El resto de opciones sumarían solamente el 12% restante, siendo mucho más minoritarias que las anteriores.
El problema surge, como en todo, cuando limitamos nuestras opciones a ámbitos concretos ya que corremos el riesgo de que esas vías sean escasas o estén agotadas.
Puede darse el caso de que en nuestro círculo de amigos o en nuestro trabajo no haya solter@s a los que "atacar" o que ninguno de nuestros amig@s esté por la labor de salir de fiesta cada vez que nos apetezca ligar, algo que pasa muuuy a menudo sobre todo cuando alguien lo deja con su pareja y entra en estado "on fire" o de vuelta al mercado.
Por si esto fuera poco se une el agravante de la falta de tiempo disponible para conocer gente dada nuestra ajetreada vida laboral, social y familiar. Y es que somos tan obtusos que vamos pensando en lo desastrosa que es nuestra vida amorosa, en lo difícil que resulta conocer a alguien cuando permanentemente estamos rodeados de personas.
Lo pensaba justo esta mañana mientras viajaba en el metro y me fijaba en como la mayor parte de la gente iba completamente imbuida en sus tablets, e-books, libros o chateando a través de redes sociales con sus móviles sin darse cuenta de quien va sentado a su lado.
Probablemente hayamos viajado con 100 hombres o con 100 mujeres que perfectamente podrían haber sido el amor de nuestra vida mientras nosotros chateábamos cabeza baja a través del whasap sobre lo mal que nos va en el amor y lo difícil que resulta conocer gente. Lo cierto es que no es tan complicado.
Nosotros mismos nos ponemos barreras y consideramos que sí es conveniente mantener una conversación con un desconocid@ en un bar medio borrach@s pero no lo es hablar con alguien a las 5 de la tarde en un vagón de metro. ¡¿Y que le digo?! ¡Seguro que piensa que estoy loc@! En el metro a las 5 de la tarde, pero ¿A quién se le ocurre? Y mientras todos esperamos nuestra parada mirando al techo y haciendo como si el resto no fuesen más que maniquíes andantes.
Y lo más curioso es que a todos nos ha pasado alguna vez de fijarnos en alguien del vagón, notar que encima nos miraba y vaciarnos al no ser capaces de hacer nada al verl@ salir en otra parada distinta a la nuestra como barco que parte hacia el infinito....
Creo que cualquier lugar que os de la posibilidad de compartir espacio con otras personas es ideal para conocer a alguien especial si es que os apetece. No necesitamos ni bares ni redes sociales ni espacios establecidos. Solo tenéis qu e saliros de vuestra zona de confort y arriesgaros. Un comentario simpático y una buena sonrisa pueden obrar maravillas a la hora de hablar con un/a desconocid@. Si a eso le sumáis un poco de ingenio el éxito está asegurado.
Pero sobre todo haced de esto una experiencia divertida. Buscad frases creativas para romper el hielo y para generar situaciones diferentes. El "Hola, ¿Qué tal?” Quería conocerte" puede estar bien en un momento dado y hasta funcionar pero no aporta nada nuevo ni diferente. Pero si oye, en ese momento os quedáis en blanco por la tensión y no sale nada no preocuparse, siempre se puede tirar de frases circunstanciales como "oye, ¿Sabes en que parada me bajo para ir a….?" o "que lechuga me recomiendas para una ensalada cesar?". Esto puede daros pie a entablar una pequeña conversación que pueda dar lugar a algo más.
Como anécdota para terminar os diré que en una ocasión conocí a una persona en el metro con la que, tras intercambiar miradas durante tres días consecutivos en los que coincidimos en la misma estación, se bajó conmigo en mi parada después de que yo se lo pidiera y me dio su teléfono para vernos un día sin apenas mediar palabra (de traca, 8 de la mañana, la otra persona tenía la pierna escayolada y ambos íbamos a currar, os podéis imaginar la escena y la labia con la que contaba en ese momento unido al tiempo de que disponíamos, que como mucho, fueron cinco minutos hasta el siguiente metro, lo cual nos dio para intercambiar nombres, números y buenas intenciones). Pero oye, debo reconocer me llevé una gran lección aquel día aunque luego la historia no saliese debido a otras circunstancias. Debo decir que aquella mañana llegué al trabajo con un buen subidón de adrenalina y con la sensación de que un nuevo mundo se abría ante mí. Mis compañeros apenas podían creerlo cuando les conté la historia y debo reconocer que es una gran anécdota que siempre cuento cuando sale el tema de ligar (algo gané, jejeje).
Por supuesto esta experiencia es extrapolable a la biblioteca, carnicerías, parques, droguerías, tiendas de ropa, rotondas, autobuses, cercanías o a la sección de congelados de un super. Todo lugar está bien si la dicha es buena. Y sobre todo os permite convertir cada hueco para ir comprar el pan o para desplazaros al trabajo como una gran oportunidad de sociabilizar.
Así pues la próxima vez que os mováis por lugares concurridos recordad: Es posible que esa persona especial este justo a vuestro lado. ¿Estáis preparados para actuar? ¡Nada de excusas canallas!






































Registro automático