Un estable que se convirtió en uno de los mejores restaurante
Un estable que se convirtió
en uno de los mejores restaurante
En defensa de la buena cocina tradicional catalana siempre aparece La Bóta del Rac ó, un restaurante con una historia apasionante de esfuerzos
De recio carácter, verbo directo y atinada memoria, Pascal serpentea entre los amplios salones del establecimiento que dirige, junto a otros socios, para velar con meticulosidad por la impecable postura de sillas, manteles y cubiertos. Como hace 35 años, La Bóta del Racó está por abrir las puertas, y hay una obsesión en este catalán sesentón por agradar al visitante, desde que se puso al frente del negocio, luego de que el legítimo dueño se hundiera en deudas y terminara por ceder el local a los diez empleados como única fórmula de pago de la liquidación laboral.
“Entonces estaba ubicado en una tienda de chinos, en la esquina de abajo”, refiere Pascal al evocar los años sesenta. Una década después La Bóta se mudaba a su sede actual: Avinguda Mare de Déu de Montserrat, 232.
El merendero catalán
La historia de La Bóta del Rac&oacu te; no es breve pero no por ello apasionante, porque convive con los cambios arquitectónicos que transformaron a Barcelona en la ciudad que se niega a sepultar su pasado pero que no opone resistencia a las propuestas de las nuevas urbes. “Todo esto eran tres fincas, pero lo del restaurante nació cuando el antiguo dueño empezó a vender comida de forma bestial”. Pascal describe “tiempos de hambre” cuando se hacían colas de pobladores para comprar paletillas de cordero, cabritos enteros, mucha carne, a precios muy baratos. “Eran grandes las colas de trabajadores y gente el pueblo que querían recibir su comida; y afuera había un tonel de vino junto al porrón grande donde la gente se servía mientras esperaba que le dieran su ración de carne”.
Como si fuera ayer, Pascal revive el día en que entró a trabajar en el restaurante: 19 de marzo de 1965, y de cómo se alistó al servicio militar. “Cuando regresé, en 1972, tenía mi puesto”.
De fincas, establos y comedores
Hay en La Bóta del Rac& oacu te; una historia del progreso de la ciudad condal. El restaurante se edificó en tres fincas. Una se llamaba La Sala; otra Periodista y otra La Granja. Pascal asegura que el lugar fue decorado, entre otros, por un artista argentino, llamado Raúl Alzuru. “La primera decoración era una imitación de árboles artificiales con parra guindando y uvas plásticas, que parecían ser originales”.
Grandes murales identifican al restaurante. Mapas de Cataluña, pinturas de campesinos en la cosecha o afiches con dibujos y frases populares catalanes que adornan los extensos salones, acondicionados para recibir a decenas de comensales. Resalta en el segundo salón un pozo, que genera un sonido de agua cayendo de forma interminable. Se trata de un pozo artificial que imita al verdadero que subyace tres pisos más abajo, donde en otros tiempos abrevaban los caballos.
“Cuando esto se hizo, este barrio no estaba tan edificado y se servía mucha carne, pero era un restaurante muy pequeño… por eso se fue a laruina… En esa época éramos diez trabajadores que impedimos su cierre y nos convertimos en los dueños del restaurante; le hicimos remodelaciones y trabajando duro lo ampliamos”.
El personaje detrás del mostrador
De dónde viene el nombre del restaurante?
-Eso es una metáfora. Es como decirle a un muchacho, “hijo, ve a buscar vino al tonel que está en el rincón”. El nombre ha gustado y define la particularidad del r estaurante; de cómo hemos sobrevivido a cada crisis. Son muchas generaciones. En estas sillas se han sentado abuelos, madres, hijos, nietos y hasta bisnietos de una misma familia. Pero también aquí ha venido gente importante, futbolistas, dueños de empresas, artistas y escritores.
-¿Qu&eac ute; lo ha marcado en todos estos años?
-Lo que más me ha marcado es que no he dejado de trabajar ni un día. Todos los días del año usted me ve aquí, supervisando y atendiendo a la clientela. La actividad, sabe, mantiene la mente y el cuerpo ocupados.
-¿Cuál es el secreto de La Bóta del Rac&oacu te; para afrontar muchas de las crisis que afectado al sector de hostelería y restaurantes en España?
-Nuestro secreto es la dedicación sin descanso. Ahora somos 12 personas. El negocio lo llevamos siete socios y los otros son personal contratado. Si llevas tantos años trabajando con éxito es por algo. Yo digo que montar un local cuesta mucho, pero destrozarlo muy poco”. A mi me satisface cuando me encuentro con antiguos clientes que me dicen “Hostias, tenía tiempo sin venir, y todavía conservan este lugar tan hermoso”. Eso me parece tan placentero. Uno pasa por etapas duras, pero la mayoría son momentos agradables. Otro secreto es estrato que le damos al cliente y a la cocina. Si a veces fallamos no es nuestra intención.
-¿Que los diferencia de otros restaurantes?
-Que formamos parte de la comunidad de la gente. Este lugar se llena mucho, particularmente los domingos. Si llueve, viene mucha gente y muchos se llevan comida para su casa. Otra cosa: somos clásicos; no somos modernos, una particularidad con la que se identifica mucha gente. Otro detalle: aquí e celebran bautizos, cumpleaños, bautizos, bodas. El ambiente, los precios y que se come sabroso lhace de La Bótadel Racó, un lugar especial para catalanes y visitantes el resto de España y de los turistas de otros países. Hoy tenemos la particularidad de que la carta el menú está elaborada en nueve idiomas; obviamente en catalán y castellano, pero también Braile. Nos gusta atender a la gente.






































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