Kepler 62. Castigo a la humanidad
Últimamente parece haber aumentado la frecuencia con la que las bacterias mutantes se convierten en causa de muerte en los hospitales. La novela de Héctor Martínez Sanz nos adentrará en un panorama mucho más oscuro.
Héctor Martínez va más allá del enfoque estándar dado a la utilización abusiva de la biotecnología y nos muestra un mundo agonizante en el que la insistencia en controlar la naturaleza, vuelve del revés al hombre como autoridad, pasando éste a ser la víctima. Algo que también hemos visto bien reflejado en obras como Parque Jurásico, en concreto con una frase muy aclaratoria que rezaba “Dios crea al dinosaurio. Dios destruye al dinosaurio. Dios crea al hombre. El hombre destruye a Dios. El hombre crea al dinosaurio, el dinosaurio se come al hombre”. Esto es, la creación del hombre, destruye al hombre: el creador pierde siempre.
En esta nueva Tierra, en la que el ser humano se marchita dentro de cúpulas selladas e interconectadas, la superpoblación adquiere un cariz mucho más sombrío, resultando preferible la escasez de seres humanos antes que la de recursos.
La situación asfixiante requerirá de una solución de urgencia para asegurar la supervivencia de la humanidad y que se centrará sobre el sistema planetario de Kepler 62, en la constelación de Lyra.
Esta angustiosa imagen se va a relacionar directamente con el historial de vida del personaje principal, que nos mostrará su interacción con unos padres presa de una constante presión social, siendo ella una mujer de ideas científicas no tenidas en cuenta y viéndose obligada a librar una dura lucha para salir adelante.
En la novela va a tener un importante papel la música, sobre todo la canción de This Land is your Land, aunque sin duda las imágenes que nos vendrán a la mente nos harán recordar una conocida canción de la autoría de Steve Miller Band, cuando Eleanor Rice esté fuera de la Tierra, suspendida en el vacío, hablando con SARA.
En definitiva, nos encontramos ante un libro de fácil lectura que enganchará al lector y estimulará su reflexión, sin duda recomendable para esas noches de insomnio en las que la mente inquieta se niega a descansar y en las que no estará de más sumergirse en la lectura de Kepler 62, con las estrellas de fondo.






































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