¿Cuánto vale el ser humano?
De un tiempo para acá he escuchado bastante la expresión: “es que yo valgo mucho”… Y yo me pregunto: ¿Cuál es el valor exacto del ser humano? Es decir, ¿de qué depende está expresión? ¿Depende de lo importante que somos para otros? ¿Cómo determinamos el valor preponderante de una persona en nuestra sociedad? ¿Por lo alto de sus sueños? ¿Por lo que nos hace sentir? ¿Por su manera de pensar? ¿Por su personalidad? ¿Qué es lo que determina que una persona pueda decir con donaire, “la verdad es que yo valgo mucho”? Entiendo que el ser humano por el simple hecho de ser humano, comprende un “valor” considerable para la sociedad misma. Tal vez sea el próximo premio nobel de la paz, el próximo Pulitzer, quizá el próximo Simón Bolívar o tal vez, por qué no, los próximos Escobar o Guzmán… ¿Valemos en proporción a qué? ¿A lo que ya logramos o estamos a punto de lograr? ¿A la actitud con la que enfrentamos cada día? ¿En la forma en cómo tratamos a nuestros semejantes? ¿A la influencia que ejercemos a los demás con nuestras acciones y ejemplos? ¿Valemos por cómo lidiamos las críticas constructivas y envidias de los habladores? ¿O por el simple hecho de seguir los consejos que nos dan cada vez que nos equivocamos? ¿Valemos simplemente por el hecho de haber nacido…? ¿Existe acaso alguna especie de medición que hace que una persona valga más que otra? Es decir, ¿las aportaciones que hace una a la comunidad la convierte en más indispensable que otra? Por ejemplo, ¿fue más importante el inventor de la penicilina que quien mantuvo mi oficina limpia por más de cinco años? ¿O fue más valioso aquel que inventó el avión a quien me enseño a leer..? ¿Valen por igual las personas que se esfuerzan por ser protagonistas en la historia misma, que aquellas quienes están sentadas en las tribunas siendo espectadores de cómo los primeros graban su nombre en el libro de la inmortalidad? ¿Qué tan merecedores somos de esa expresión que reza: “Vales mucho, eres importante para mí”? ¿Qué tan dignos somos de ser merecedores de aquel sacrificio que hicieron por nosotros hace más de dos mil años…? ¿Qué acaso uno de los grandes males del ser humano no es la contrariedad que existe por sí mismo? El gordo quiere estar flaco, el flaco gordo, el soltero quiere estar casado y el casado quiere estar… bueno… Estoy convencido de que valemos mucho porque así lo dispuso el Jefe de Jefes, sin embargo, no está demás ganarnos ese privilegio de valer mucho más de lo que ya valemos o creemos valer… no enterremos ese talento, ese peaje exacto con el que debemos pagar nuestra estancia de paso en ésta morada… multipliquemos aquello con lo que nos han mandado a ésta tierra, para que la existencia adquiera un verdadero sentido de importancia y valor. Y no malgastemos con palabrería un obsequio que nos fue dado desde lo alto.

Recuerda, estoy comprometido a desarrollar tu poder. JLl.





































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