Selección Fundamental, los textos del Nuevo Testamento
Mucho me he cuestionado, no tanto el método, si no el propósito tras la selección de los textos que componen el libro esencial del cristianismo: El Nuevo Testamento. Muchas versiones tiene tal decisión y acontecimiento, desde la hermosa alegoría del Espíritu Santo en forma de paloma posándose sobre los textos hasta la grosera y prosaica de los textos lanzados sobre una mesa, en todas es evidente la “ausencia” de intención o acción de lo Padres de la Iglesia en tal selección, siendo el juez definitivo alguna manifestación del poder divino o el puro y simple azar, la decisión fue tomada y para la posteridad quedó sancionada, sin posibilidad de revisión o discusión... En este punto es importante hacer notar la enorme perdida de contenido que ha significado la elección de los textos que componen el nuevo testamento. Al momento de su selección no había forma humana posible de validar el contenido de ninguno de ellos ni de contrastar dicho contenido con la realidad de lo que relataban por lo que todos los “testamentos” (tomando la palabra testamento como “testificación” mas que como legado) estaban en igualdad de condiciones para su aprobación e inclusión en la Biblia. Aun cuando muchos de los “rechazados” fueron escritos por testigos directos de los sucesos que narraban o en todo caso por personas que vivieron en tiempos y lugares mas cercanos a los sucesos narrados se privilegiaron sin embargo, en la selección final, cuatro textos escritos (como mínimo 70 años después de la crucifixión el mas cercano) por autores que escribieron la historia de “oídas” a través de testimonios de terceras personas no identificadas. En este punto es que se hacen relevantes los llamados testamentos apócrifos y también los “Manuscritos del Mar Muerto” una colección importante de manuscritos anteriores y contemporáneos al tiempo de Cristo encontrados en las cuevas de Qumram, a orillas del Mar Muerto, donde entre muchos otros documentos de inestimable valor se han encontrado algunos documentos contentivos de los testamentos apócrifos rechazados en su momento por la jefatura de la iglesia. Las razones de la selección definitiva de los textos solo pueden estar referidas a la conveniencia y al uso e interpretación que se les podía dar como soporte documental de la estructura institucional y dogmática que se estaba erigiendo para sostener la nueva religión, una confirmación de esto podría ser la incapacidad de la iglesia como institución teóricamente espiritual a dar respuestas a cuestiones estrictamente de fe aun en la actualidad y a la luz de nuevos descubrimientos arqueológicos que han servido para poner orden a la maraña de documentos, fechas, y citas que componen la base y fuente del cristianismo; la incapacidad, negligencia o incluso la clara negativa a dar respuestas sensatas o a cambiar posiciones dogmáticas en algunos temas sensibles pues tal acción podría significar un resquebrajamiento importante en su autoridad siembra serias dudas pues el celo con que protege su autoridad por encima del verdadero bienestar espiritual de los fieles es signo mas que evidente del compromiso disimulado tras la concepción y selección de los conceptos sobre los que se sustenta teóricamente expresados y contenidos en estos cuatro textos.. Del estudio de los manuscritos del Mar Muerto se han sacado conclusiones muy interesantes y perturbadoras en cuanto a la verdadera naturaleza, no solo de Cristo sino también de Juan el Bautista, siendo posible identificarlos a través de estos manuscritos como miembros de la secta de los esenios, una secta judía cuya doctrina era esencialmente idéntica a las enseñanzas de Cristo y este es un elemento que resultaría cataclísmico para la institución cristiana pues anula la naturaleza divina de Cristo con todo lo que ello supondría a la luz de la doctrina aceptada y promovida por la iglesia y sería tan dramático como aceptar el que Cristo no murió en la cruz o que tuvo efectivamente descendencia a través de María Magdalena, (una idea que está de moda)... todas ellas posibilidades muy reales pero en directa discrepancia con los artículos de fe fundamentales de cualquier forma de cristianismo estructurado y por lo tanto negados de principio y estigmatizados como “herejía” y “anatema”. A partir de aquí se empiezan a hacer muy difíciles de sostener tantos artículos de fe, tantos misterios, tantas alegorías, tantas “licencias literarias” de los 4 autores... hay que hacer muchas maromas para evitar o explicar las contradicciones y para llenar las lagunas... también para hacer comprender al creyente las sustanciales diferencias entre los textos de la Biblia y los contenidos del Catecismo.... (¿Un ejemplo?: Comparen los 10 mandamientos en ambos textos) No creo que la decisión sea el producto de un análisis profundo de los contenidos y dudo, a la luz de los seleccionados, que se hayan realizado comparaciones exhaustivas de todos los textos “candidatos” en busca de contradicciones u omisiones, me parece poco probable que estos cuatro textos contengan la absoluta totalidad de la historia y no comprendo porque razón lógica pueden desecharse olímpicamente un número no determinado de testimonios que avalan los hechos descritos y narrados como la vida de Cristo y su labor misionera y salvadora... cuando en estricta lógica a mayor abundancia de pruebas documentales y de datos contrastables sería mas difícil refutar la veracidad de lo relatado: nada mas y nada menos que el sustento basal de una religión que, en aquel momento, ya se perfilaba como de alcance global. Termina siendo otra discusión Bizantina... uno de los elementos esenciales de la religión cristiana, en cualquiera de sus formas, sectas o “presentaciones” es la aceptación sin condiciones de la interpretación que haga la jerarquía sobre las enseñanzas de Cristo, la participación en los rituales por ella inventados y la aceptación y uso de los materiales de difusión por ella designados, sin cuestionar, sin dudar, sin mirar para los lados pues otra actitud sería enseguida marcada con el estigma de la falta o la relajación de la fe... cosa que gracias a Dios hoy día no supone mayor problema, porque una cosa es tener fe en Dios y otra muy diferente es tener fe en los hombres que se auto proclamaron sus representantes o en las instituciones que se fabricaron “a medida”... y esto, en el fondo, es lo verdaderamente importante.






































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