Al oído de un compatriota
Tocaron tres veces a mi puerta y cuando abrí, encontré a José María, mi vecino de toda la vida con una carta en la mano. Pensé que era yo el destinatario, pero estaba equivocado. La carta era para él. Estaba intrigado por que le legó de la manera más enigmática: la introdujeron por la ventana, cuando él no estaba y, para completar el misterio, carecía de remitente.
José María es un hombre prudente y bueno. Sus hijos lo consideran un buen padre de familia y sus vecinos no tenemos queja de él. Pero en los últimos días estaba un poco triste y hasta me dijo que estaba de acuerdo con un escritor que había renunciado a la nacionalidad colombiana. “Colombia me tiene decepcionado”. Ya parece que el anónimo remitente de la carta lo escuchó y decidió escribirle. Con la autorización de mi vecino publico la particular carta que ha recibido escrita no se sabe donde y enviada por alguien que desea mantener en secreto su identidad:
PARA USTED, COMPATRIOTA
Ayer lo vi desalentado, como sacando cuentas de la tristeza como buscándole explicaciones a la guerra como diciéndole cosas a la nostalgia.
Lo vi sin ánimo y sin aliento, como culpando a Dios de su tragedia
Como buscando en cada ser un culpable Como diciéndole a las estrellas
Que dejaran de brillar. Querido compatriota creo que la paz se ha perdido
porque la gente se levanta contra la gente y la maldad se encuentra en todas partes.
Con usted quisiera hablar compatriota. Si usted quiere que haya paz
mire de frente a sus hijos en la mañana; hable siempre a sus corazones;
écheles la bendición y no salga sin darle un beso a cada cual.
Si usted quiere que haya paz mi buen amigo, no se lamente de su mala suerte;
no le eche leña al fuego ni maldiga a los demás; si lo llaman no diga hasta luego;
si le piden su ayuda trabaje y nada más.
Si usted quiere que haya paz, querido compatriota, no le sirva a dos señores,
ni al odio ni a la trampa. Levante la frente y extienda un puente.
Entre usted y su vecino; entre el país y su destino.
Si usted quiere la paz, compatriota, quiérala; búsquela, ámela y exprésele su amor.
Pida a Dios por ella, dígale que ella le hace falta; que llora por su ausencia
y se pone nostálgico cuando hace reminiscencias.
Si usted quiere la paz, amigo mío, si le hace falta y no siente ya su esencia,
no se lave las manos ni se ensucie la conciencia.

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?

Si hay paz en nuestro corazòn
hallaremos el amor
Al servicio de la comunidad
encontraremos la razòn.
Puente de armonìa
Amor de Dios
Zahèn de la humanidad
La paz comienza en casa, es allì donde se cosecha para regarla a la sociedad, pero para encontrar la paz tan anhelada hay que estar en paz con Dios.
PD/ Gracias...





































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