Alerta
Yo soy de las personas que no le gusta reclamar, ni hacer problemas, (salvo casos extremos) por lo general no me gusta discutir por algo que no tiene sentido ni razón de ser. Mi esposa siempre me recrimina esto: “tú nunca reclamas y te quedas conforme con lo que pasa” para que se entienda mejor, el ejemplo concreto y mi reacción ante hechos similares:
Vamos a almorzar a algún restaurante, y me toca un inepto en la comida. Simplemente no reclamo, le indico muy sutilmente al encargado lo que ocurre, y me retiro sin hacer más aspaviento, lógicamente sin pagar. Mi reacción es la siguiente: No entrar más a ese restaurante y hacerle en la medida de lo posible mala propaganda.
Nosotros los músicos tenemos una premisa para compartir entre todos nosotros. Cada vez que tenemos una mala experiencia musical, en lo que se refiere a pagos o malos tratos; nos lo comunicamos, para que un colega no caiga en la trampa o mal trato. Este medio es excelente para esos menesteres, sin tratar de perjudicar a nadie, pero lamentablemente si queremos denunciar actos de esta naturaleza, tenemos necesariamente que mencionar al agresor.
Hay una clínica capitalina, que tiene la costumbre todos los años vísperas de Navidad, presentar en la parte frontal de su local, un coro que está conformado por personal de la clínica, (tanto administrativo como personal médico). El que escribe fue invitado (con remuneración económica de por medio), a formar parte del marco musical, para acompañar al coro. Fueron cinco presentaciones antes de Navidad. El año pasado también participé de este acontecimiento, y el pago fue entre el 25 de Diciembre y el 31 del mismo mes. Este año no ocurrió lo mismo; el pago fue después de la primera quincena del mes de Enero.
El problema para mí, no es el que me paguen después, sino, no saber cuándo te pagaran en realidad. Porque me decían un día de pago, y no se daba este hecho, luego otro día y lo mismo. Pienso que para cualquiera que ha realizado un trabajo, necesita saber exactamente que día se le pagará por su servicio. La recomendación para mis colegas músicos es que tengan mucho cuidado si es que algún día les toca hacer tratos musicales con dicha clínica. “Clínica Ricardo Palma” ubicado en la avenida Javier Prado.
Otra experiencia de mal trato, se suscito en un club campestre.
Llegar a un club campestre, (después de haber sido contratado por una empresa particular, con adelanto y todo, para animar una reunión) con todos los instrumentos, en un taxi particular, y que en la puerta del mismo te reciban de mala manera; luego, que nadie te pueda dar razón de: en qué ambiente del club se desarrolla el evento por el cual me han contratado; mientras el personal de seguridad del club campestre, te trata de una manera despectiva; después llegar al sitio de la actuación, encontrarte que el sitio para colocar los instrumentos está como a 500 metros de distancia y que no haya nadie que pueda ayudarte o darte una mano, ni un cochecito siquiera para movilizar los instrumentos (equipo de sonido, teclado y demás cosas) honradamente a cualquiera le da coraje. Esto fue lo que nos ocurrió a mí y a mi esposa al llegar al club campestre “Huampaní”. La recomendación para mis colegas músicos es la de no aceptar contratos que se desarrollen en dicho club, por el mal trato que podrían recibir.
Quiero contarles también, la mala experiencia que tuve, cuando solicité el servicio de las ya conocidas “Páginas Amarillas” de la compañía YELL PERU S.A.C. En el año 2008 cuando firme mi contrato con dicha compañía, por un aviso publicitario, su costo era de 907 soles. Esto fue en Noviembre del año 2007, el 24 de Marzo fui a pagar la totalidad de este monto, y me di con la sorpresa (por culpa mía) al no leer las letras chiquitas, que el monto era mayor; por lo que solo puede pagar 10 de las 12 cuotas. Dicho sea de paso el trato en caja fue pésimo; me hicieron sentir que mi aviso era insignificante. Pero eso es lo de menos, si no pido en ese momento el ejemplar de la páginas amarillas, nunca hubiera llegado a mis manos. Las guías se repartieron en el edificio que habito, en Julio del año 2008. El único comprobante que tengo de haber pagado esa suma es una nota de ingreso a caja. Hasta la fecha nunca me han entregado mis diez facturas canceladas. Y ahora pretenden que les pague las dos que faltan sin haberme entregado mis diez facturas canceladas.
He querido hacer público este hecho, ya que pienso que a nadie se le debe maltratar de esta manera. Y reflexionando sobre las posibilidades que nos ofrece el mundo de la Internet, veo que es más fácil relacionarnos unos a otros. La publicidad está al alcance de todos, y de una manera si se quiere decir (pero no necesariamente) gratuita. Ya no es dominio de unos cuantos, que se creen con el derecho de cobrar sumas exorbitantes, y encima maltratar a sus clientes. Es más por este medio nosotros podemos compartir nuestras actividades económicas; podemos darnos a conocer más fácil y rápidamente.
Andrés Arbulú Martínez
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