La guerra invisible: contra el medio ambiente (Primera parte)
¿Cuántas guerras han enfrentado a los seres humanos en la historia? Imposible encontrar una respuesta. Desde el primer fratricidio registrado en algún documento escrito (la muerte de Abel a manos de Caín) han corrido ríos de sangre en todo el mundo por causa de guerras en las cuales normalmente se izan las banderas de los más altos principios morales y civiles y patrióticos.
En algunos combates, tal vez los más horrorosos de todos, invocan el nombre de Dios o, en todo caso de la religión (uno de los lemas de los cruzados en las mal llamadas guerras santas era Deus vult: Dios lo quiere), para que un ejército se enfrente a otro con el ineludible saldo de muerte y destrucción.
Es muy difícil dar con las estadísticas del peor invento de la humanidad. Cuando hay una guerra nadie se queda estático para contar los muertos y calcular los destrozos.
Algunos, sin embargo, se atreven a hacer estimativos y, en el caso de la Primera Guerra Mundial varias fuentes coinciden en establecer en cuarenta millones de personas la cifra de bajas que tuvieron todos los ejércitos enfrentados: incluyen en sus cuentas los muertos, los heridos, los prisioneros y los desaparecidos.
Es, lógicamente, un número terrorífico si se tiene en cuenta que en los días en que se produjo este conflicto la tecnología militar (vale decir, la industria de la muerte) no contaba con el desarrollo que tiene en la actualidad; la aviación apenas se asomaba como arma destructora, las comunicaciones no tenían los mismos alcances y, en general, los combatientes disponían de armas convencionales.
De haberse producido en los tiempos de la Guerra fría o en nuestros tiempos sus efectos hubieran no solo devastadores sino apocalípticos y seguramente la especie humana no hubiera podido sobrevivir al uso de armas químicas, biológicas y nucleares. La guerra, a no dudarlo es sinónimo de barbarie y de brutalidad, como dijo Oscar Wilde, que un hombre muera por una causa, no significa nada, en cuanto al valor de esa causa. Es mejor la paz más criticable que la más alabada de las guerras: La diferencia entre un estado y otro es notoria. Heródoto, por ejemplo, decía que en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba, en la guerra son los padres quienes llevan a los hijos a la tumba.
Al margen de lo anterior es importante decir que hay una guerra invisible cuyos resultados están produciendo más muertos, destrucción y sufrimiento que el bramido de los fusiles o el ruido ensordecedor de los atentados criminales: se trata del desmejoramiento sostenido del medio ambiente.
Los líderes del mundo están tardando demasiado en comprender que el enemigo, el verdadero contrincante no es un ejército contrario o un grupo terrorista sino el desgaste del suelo, la desertificación, la pérdida de fuentes de agua, el calentamiento global, la ruptura de la capa de ozono y la pérdida de la biodiversidad. La atmósfera y el clima soportan las consecuencias producidas por la alteración considerable de los niveles de concentración de los gases de efecto invernadero, y el calentamiento global de la tierra.
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso periodista y escritor colombiano, vinculado como docente a varias universidades colombianas. Es autor de cuatro libros y coautor de otros tres en los que se aborda el tema del liderazgo, la ética y el Desarrollo Humano. Con frecuencia es invitado como conferencista a congresos, foros y otros eventos académicos. Póngase en contacto con él a través del corrreo alejandrorutto@gmail.com o llámelo al celular 300 8055526. Visite su página www.maicaoaldia.blogspot.com

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