El inicio
Quizás no tengas pareja o aún no compartas tus días con ella. En todo caso, si debes tener muchos años de experiencia en tus relaciones con algún tipo de vínculo familiar, como pareja, como madre, padre, hermano, hijo... Ahora imaginemos por un momento, incluso podrías detener tu lectura y poner esa música que tanto te inspira y calma. Perfecto. Cierra tus ojos, ¿recuerdas las sensación de estar enamorado? ¿algún momento intenso de amor?. De pronto el mundo se transforma, la belleza se asoma a todo lo que observas, el universo es una mirada y tu amor transforma la vida en un milagro en el que todo cobra sentido. No hay explicación. No la necesitas. Tú lo estas viviendo y nada podría describirlo. Podríamos describir lo que sientes, lo que haces, aquello con lo que te identificas. Pero sólo hablaríamos de ello. Amas, eres amor, y sabes que explicar el camino a otros, lo convertirá en inútil. No hay camino, no hay dirección, todo es sendero y todo conduce hasta él. Sólo debes encontrar el tuyo. Y sólo puedes encontrarlo tú. El cambio eres tú. La transformación es tuya. ¿La elección? también y puedo asegurarte que si tomas la firme determinación de mejorar hoy tus vínculos; si tomas el primer paso habrás empezado un camino del que cada vez te será más difícil retornar. Podríamos ahora preguntarnos si la relación con nuestros hijos tiene los ingredientes que un amor sano debiera tener. ¿Es ese el tipo de amor que imaginábamos? ¿ el tipo de relación que deseábamos construir? El conflicto no es enamorarse, el conflicto no es que “clase de amor” mantenemos hacia nuestros hijos. En el amor no hay revés. El conflicto surge cuando el amor se tiñe de posesividad, de etiquetas sociales, de celos, dudas y miedo, de un cauce contra el que estrellar nuestra ira y frustración. Necesitamos tener constancia de que ese amor va a a perdurar y el solo hecho de pensar en “Perderlo” nos vuelve inseguros y contrarios a la esencia de lo que un día sentimos. A veces el amor, finalmente se transforma en una manera de encubrir el vacío en el que nos movemos. ¿Te sientes angustiado pensando en cuando va a acabar ese amor? ¿Te sientes infeliz imaginando la marcha de tus hijos? ¿Crees sinceramente que tus hijos son culpables de tu resentimiento o negatividad? No te confundas. Esa infelicidad y angustia ya estaban en ti mucho antes. Y ahora, en nombre de ese inmenso amor ya puedes hacer tu propia guerra santa... ahora ya tienes donde “colocar” tus miedos y bloqueos. ¡No te permitas excusarte en nombre de algo tan bello! Mira hacia delante, atrás ya no queda nada que sea útil una vez aprendido en aquel momento. O dicho de otro manera no te culpes ni pienses en lo que se podría haber dicho o hecho. Hoy te espera un día junto a tus hijos, junto a aquellos a los que amas. Piensa en qué ofrecerles, cómo beneficiarlos, y antes de hablar recuerda mirar profundamente en sus ojos y apartar tu reflejo. Ellos tienen una identidad propia; son seres independientes con los que la vida vuelve a traer nuevas oportunidades. Procura apartar tus miedos y bloqueos en la conversaciones, despójalas de reproches inútiles. Piensa constantemente en una sola pregunta antes de hablar o expresarte ¿Voy a decirlo para beneficio de todos? Veamos un ejemplo que quizás pueda haberte sucedido... Tu hijo va a hacer algo que tú hiciste a su edad consiguiendo lo que a ti parecía en aquel momento, un resultado nefasto. Ahora, por supuesto, tú vas a decirle lo equivocado que está. ¿realmente estas seguro de que no hay otra visión y resultado más que el tuyo? ¿Pudiera ser que él se cayera de la misma manera que tú, pero aprendiera otra lección diferente? ¿Estás convencido de que no va a servirle ni a proporcionarle ninguna herramienta esa caída? ¿Realmente es para su beneficio el intentar apartarles de un camino que ellos han escogido? ¿O simplemente trasladas tus miedos sobre ellos? Vayamos al otro extremo que lleva a confusión en nuestro término sobre el amor... Antes mencionamos, “beneficioso para todos”. En este punto es importante recalcar la diferencia entre beneficio y beneplácito. Entre mimos y gestos amorosos o el consentimiento hacia todo, en todo momento. Son muchos los conceptos y enseñanzas que nos conducen a conceder un irremediablemente sí. Búsqueda de aprobación, miedo al rechazo, comodidad, educación social y familiar... pero ¡cuidado! el equilibrio puede volverse frágil si nuestros principios no están asentados sobre una sólida base. La linea vuelve a ser aquella en la que no traspasemos el respeto en su más amplia acepción. Lo cierto es que si quieres una familia en la que los vínculos sean sanos, deberás empezar por enfocarte como primer paso en aquellos valores con los que quisieras fundamentar tu círculo. ¿Quieres que en tu familia cada pieza sea independiente y responsable? Un buen comienzo sería entonces el de eliminar la queja. Empieza por responsabilizarte de tus acciones, de tus palabras en primer término. ¿Deseas que tu hijo sea respetuoso? No acudas a formas irreverentes. Explora y deshecha frases aprendidas que hasta el momento has repetido sin detenerte a reflexionar. En definitiva ¿Estás comportándote cómo exiges? o ¿Estás eximiéndote de tu responsabilidad culpando a tus hijos, a tu entorno, de tu infelicidad? ¿Qué podrías descubrir si ahora pudieras ver a tu familia ideal? ¿Cuál sería la radiografía? Una familia ideal, no es un círculo perfecto tal y como lo entendemos. No es una conjunto de personas sublimemente perfectas y angelicales. Eso daría como resultado una total incongruencia revestida de inaccesibilidad para nosotros y el resto de los mortales. El entorno familiar del que estamos hablando está compuesto por individuos con una serie de características comunes. Por supuesto he de incidir en la diferencia entre valores y circunstancias. Es decir las familias más auténticamente felices no son aquellas en las que no acontece nada problemático. Más bien tienen una relación fácil y fluida porque entienden la vida bajo otro prisma. Sus problemas no son problemas, sino circunstancias. Están exentos de quejas y reproches. Aprecian su independencia y respetan las decisiones de los otros miembros, sin imponer las suyas propias. La felicidad elegida no es disfrutar de todo que nos acontece. Sino de una sabia aceptación de cada hecho. Las felicidad familiar escogida como tal, no busca ni espera la perfección para ser lograda. Necesita de determinación, reglas y sólidas bases; y acción para llevarlas a cabo. la primera de esas características es que, como familia, tienen un credo sobre el que asentarse y crecer. ¿Sobre que bases quieres que se identifique vuestro entorno familiar? ¿Sobre qué conceptos? ¿Respeto? ¿Libertad?. Empieza por hallar unos mandamientos sobre los que quieras caminar. Para ello y no olvidándonos de que estamos hablando de un conjunto de personas a los que va a ir dirigido, implícalos, hazlos partícipes. Prepara aquellas preguntas que te parezcan relevantes e infórmalos de tu idea. Contagia tu ilusión sobre el poder obtener un beneficio extraordinario para todos como entidades individuales y como colectivo familiar. Todos los integrantes deberían tener aquí su aportación a partes iguales. Todos deberían ser escuchados, en base a un diálogo tolerante y respetuoso. Todos los comentarios deberían ser examinados y comentados. Escribir una vez debatidos, vuestros mandamientos. Para ello recuerda que estamos buscando valores más allá de conceptos limitantes, externos y temporales. Se trata de construir una constitución a la que acudir, de obtener una base sólida que soporte el resto de la estructura. Una base que nos recuerde siempre el valor de una relación sana y fuerte con la que cada miembro pueda enriquecerse y crecer constantemente. Pero,tal y como comentábamos nada de lo que aquí digamos va a enseñarte tanto como un abrazo sincero hacia aquellos que amas, una palabra de afecto, un guiño de complicidad o una escucha vacía de intenciones. Y ahora es el momento perfecto...

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