Semana Santa: tiempo de reencuentro con Dios
Después de todo: ¿Qué significa la a Semana Santa? ¿El puente más largo del año? ¿El regreso de los que estudian fuera? ¿La plena ocupación de los hoteles? ¿El punto máximo del turismo de tierra caliente? ¿Una oportunidad más para aumentar la venta de las bebidas alcohólicas? Significa todo lo anterior pero es mucho más. En estos denominados días santos el mundo cristiano celebra los dos hechos más importantes en el ministerio de Jesús: su muerte en la cruz del calvario y su resurrección tres días más tarde.
Corría el año 33 de nuestra era y palestina se encontraba revolucionada por la presencia de un galileo que predicaba el amor, hacía ver a los ciegos, levantaba a los paralíticos y liberaba a los endemoniados.
Las autoridades del Sanedrín estaban sumamente preocupadas porque Jesús se constituía en un desafío para su poder como quiera que se había tomado atribuciones negadas a los simples mortales como perdonar los pecados y ejercer su ministerio aún los días sábados.
Se esperaba que para la celebración de la pascua el predicador y sus amigos llegarían a Jerusalén y podrían ganar más adeptos de los que ya tenían en la población. Y no estaban equivocados, Jesús llego a Jerusalén y no se privó ni por un momento de predicar su mensaje de amor y salvación.
Durante esa semana los hechos se desarrollan con una rapidez cinematográfica: Jesús hace su entrada triunfal a Jerusalén, maldice la higuera estéril, reprende a los mercaderes del templo, comparte las parábolas de la higuera estéril y de los labradores malvados, controvierte con fariseos y saduceos, revela su posición respecto al pago de tributos, explícale mayor de los mandamientos, predice la destrucción del templo, es ungido con perfume de alabastro, celebra la última cena, predice la negación de Pedro, es arrestado, comparece ante Caifás, Pilatos y Herodes, muere en la cruz , resucita, aparece a sus discípulos, instituye la gran comisión y asciende a la diestra de Dios Padre.
Sí Señor, todos esos hechos ocurrieron en un corto período de tiempo. La humanidad recuerda la más grande ofrenda de Dios para los hombres: la vida de su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. ¿Usted considera que Dios es feliz cuando ve que la humanidad conmemora la muerte de su Hijo con parrandas y paseos? Por supuesto que no. Orar es la mejor forma de agradecer a Dios su inmenso sacrificio.

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?





































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