Bicentenario de la independencia
Los hechos fueron confusos y los habitantes de Santa Fé no sabían muy bien lo que ocurría porque las versiones eran contradictorias. En un importante lugar de la Capital de la Nueva Granada se armó un zafarrancho monumental porque alguien, un español altanero para mayores señas, se negó a prestar el florero necesario para decorar el sitio en que se le ofrecería un agasajo a Antonio Villavicencio, un comisionado del Consejo de Regencia de España.
El asunto comenzó en una discusión acalorada pero pronto adquirió ribetes dramáticos y, al final, fue el detonante para que los criollos expresaran la inconformidad por largos años acumulada contra las autoridades extranjeras que por ese entonces gobernaban el país.
El movimiento popular impuso una Junta Suprema, compuesta por criollos, la cual proclamó fidelidad al rey Fernando VII al tiempo que reivindicaba la soberanía popular tal como quedó consignado en el acta del 20 de julio de 1.810. Los historiadores coinciden en señalar esa como la fecha más importante en la lucha por la independencia nacional y en adelante todas las generaciones de colombianos aprenderían a reverenciar el heroísmo de todos los participantes en esa y las siguientes jornadas que concluyeron con la separación definitiva de España en agosto de 1.819.
Son doscientos años de historia marcada por los altibajos de un país rodeado de conflictos y en donde existe la peligrosa y perversa tendencia a resolver esos conflictos mediante el uso permanente e indiscriminado de la violencia.
Una violencia extrema se dio contra los pueblos indígenas durante la conquista; violencia hubo contra los negros e indígenas en la colonia y una fatal violencia fue la característica principal durante la gesta emancipadora liderada por Bolívar y Santander.
Para mayor infortunio, la era republicana también ha estado marcada por los ríos de sangre que han corrido por nuestras llanuras y montañas: en el siglo XIX sufrimos doce guerras civiles desde el enfrentamiento de Centralistas y Federalistas en la Patria Boba, hasta espantosa guerra de los Mil Días entre 1.899 y 1.902.
El siglo no tuvo guerras civiles declaradas, pero hubo conflictos que afectaron (y afectan aún) a toda la población. A diferencia de los períodos anteriores, cuando las guerras eran tan acostumbradas como las fiestas patronales, en la historia reciente registramos una violencia crónica, estancada, sin vencedores ni vencidos y sin esperanzas de que finalmente concluya para alegría de todos.
Sería justo preguntarse: ¿Cómo ha logrado sostenerse un país en donde la violencia es un hábito y la pérdida de vidas humanas una costumbre, para sostenerse durante doscientos años sin que se reviente en mil pedazos y se vaya al fondo del abismo de su propia intolerancia?
E difícil responder. Podríamos decir que los colombianos tenemos una gran capacidad de adaptación. Para bien y para mal somos capaces de convivir con cualquier situación por difícil que esta sea. Y aquí estamos hoy, en una convivencia inexplicable con el eterno conflicto de los unos y los otros; con el flagelo doloroso y humillante del secuestro; con la crueldad de organizaciones al margen de la ley que no tienen sentido humanitario ni para devolver los cadáveres de las víctimas de sus equivocaciones; con la inequidad; con la injusticia social; con la impunidad…
Nos hemos acostumbrado a vivir, vaya paradoja, aún con las amenazas frecuentes a nuestra soberanía.
¿Qué conmemoramos el veinte de julio? Varios hechos, entre ellos, por supuesto, el de ese primer intento para lograr la separación de España. Y el inicio de un recorrido hacia la formación de nuestra identidad como colombianos.
Por eso, porque somos colombianos y aprendimos a sonreír mientras sufrimos, aún estamos vivos y nuestro corazón palpita al ritmo que se mueve nuestro tricolor amarillo azul y rojo en lo más alto de nuestro orgullo patrio. Por eso en fechas como estas, a pesar de la violencia y de los violentos, podemos gritar, a todo pulmón, para que se oiga bien lejos, ¡Que viva Colombia!
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso periodista y escritor colombiano, vinculado como docente a varias universidades colombianas. Es autor de cuatro libros y coautor de otros tres en los que se aborda el tema del liderazgo, la ética y el Desarrollo Humano. Con frecuencia es invitado como conferencista a congresos, foros y otros eventos académicos. Póngase en contacto con él a través del corrreo alejandrorutto@gmail.com o llámelo al celular 300 8055526. Visite su página www.maicaoaldia.blogspot.com

Lo bueno que vaya a hacer hoy, hágalo bien, por usted, por su familia y por su país. ¿Ya leíste Maicao al Día?





































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