La abstención: ¿A quién beneficia?
Antes que nada leeríamos preguntarnos las razones por las cuales un número amplio, verdaderamente de mayoritario, ha adoptado la actitud de no concurrir a las urnas cuando se llevan a cabo las jornadas electorales para renovar los cargos de escogencia popular.
Obviamente una buena cantidad de colombianos y colombianas decide quedarse en casa ejerciendo el derecho constitucional a NO votar. (Recuérdese que el voto en Colombia no es obligatorio y por ello tenemos derecho a elegir o a no hacerlo). Y lo hace como una actitud pasiva de protesta ante los inconvenientes del sistema democrático del país. Sin ponerse de acuerdo, sin formar partidos, sin tener cuadros directivos, sin gastar un centavo en publicidad, sin mortificarnos con vallas abusivas, sin aturdirnos con jingles ruidosos, sin invitarnos a reuniones aburridas, han logrado constituirse por años en una mayoría tan grande que en algunos casos ha sido del 65 y del 70%.
No obstante lo anterior, su número alto y con tendencia a mantenerse y posiblemente a aumentar, su poder de decisión es bastante precario. Si existiera una disposición en el sentido de que ningún proceso electoral sería válido sin la participación, digamos, de un 70% de los ciudadanos en condiciones de votar, otra sería la historia que se contara en naciones con vocación democrática como la nuestra.
A todas estas es importante regresar a la pregunta inicial: ¿A quién beneficia la actitud, consciente o no, de quien se abstiene de votar?
En primer lugar digamos que los abstencionistas no perjudican al establecimiento, porque éste adquiere su legitimidad con cualquier mayoría que obtenga aunque sea en unas elecciones en donde la gran mayoría de los ciudadanos se quede en casa. Con una participación aún mínima las elecciones son válidas y punto, así que la continuidad del sistema no se ve resquebrajada por la conducta de los no-votantes.
Sin embargo, es importante considerar un hecho: los abstencionistas están inconformes y no votar es una expresión de su inconformidad. Pero: ¿Con quién están inconformes? Obviamente con el establecimiento, vale decir, con la forma de gobierno que durante años ha imperado en determinado territorio. Pero…su actitud de no participar en nada cambia las cosas porque, en todo caso, las microempresas políticas, las fami empresas electorales, mantendrán su poder. Y la oposición, compuesta por quienes pueden constituirse en opción de poder y también está en desacuerdo con el statu quo, recibe una derrota tras otra cuando podría oxigenarse con los votos quienes también quieren el cambio pero no se acercan a las mesas de votación.
Si nos dedicamos a atar cabos llegaremos entonces a la conclusión de que abstenerse no soluciona nada por una razón sencilla: Si Pedro está inconforme con el establecimiento debe hacer algo para protestar contra él. Y decide no votar creyendo que de esta forma expresa su justa protesta. Pero ya hemos demostrado que su actitud favorece el continuismo…en otras palabras Pedro, sin saberlo, está respaldando aquello que tanto rechaza.
¿Qué va a ocurrir en nuestros pueblos cuando ese 65% o 70% de ciudadanos que nunca vota decida hacerlo? Seguramente tendremos la más grande revolución de la historia.
Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso periodista y escritor colombiano, vinculado como docente a varias universidades colombianas. Es autor de cuatro libros y coautor de otros tres en los que se aborda el tema del liderazgo, la ética y el Desarrollo Humano. Con frecuencia es invitado como conferencista a congresos, foros y otros eventos académicos. Póngase en contacto con él a través del corrreo alejandrorutto@gmail.com o llámelo al celular 300 8055526. Visite su página www.maicaoaldia.blogspot.com

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