Los Distintos grados de Conflicto en un Matrimonio
La convivencia continuada y la dinámica del día a día pueden dar lugar a un elevado grado de desgaste en la pareja, especialmente si entre ambos tienen lugar de forma asidua conflictos y disputas de mayor o menor intensidad, bien sea sobre temas realmente trascedentes, bien sobre aspectos secundarios o de importancia menor.
En este tipo de escenario acaba llegando un punto en que los cónyuges no pueden seguir adelante. Muy lejos quedaron atrás sus promesas de amor eterno, diluidas en buena medida por las obligaciones y tensiones de su vida de casados. Será entonces cuando surjan como opciones posibles para ambos la separación y el divorcio.
El hecho de que la pareja pudiera tener hijos podría hacer que, en un primer momento, ambos cónyuges trataran de evitar al máximo ambas opciones, aumentando su frustración por un matrimonio sin futuro del que creen que no pueden escapar.
Con todo ello podríamos decir que en las fases previas a una ruptura matrimonial tendría lugar un cierto conflicto, cuyo grado de importancia dependerá del desgaste que la dinámica de la pareja haya sufrido. Sería posible distinguir diversos tipos:
a) Conflictos matrimoniales de nivel alto, que son aquellos en los que los esposos no pueden resolver por sí mismos los numerosos conflictos que se les han planteado, manteniendo en muchos asuntos posiciones dispares y, en algunos casos, diametralmente opuestas.
En estos casos la única salida para la resolución de su situación sería el recurso a la vía judicial, de tal forma que sea un Juez o Tribunal el que establezca conforme a Derecho todas las resoluciones precisas en relación con la ruptura de la pareja: reparto de bienes, custodia, régimen de la vivienda común, posibles pensiones a favor de los hijos o de carácter compensatorio, etc.
Se trata, sin duda, del escenario menos deseable, pues supone una disputa legal en muchos casos enconada y sin cuartel de la que los cónyuges podrían resultar considerablemente maltrechos, tanto física como emocional y financieramente.
b) Conflictos matrimoniales de nivel medio, en los que los que si bien los esposos no pueden encontrar por sí mismos soluciones a sus disputas, con la intervención de una parte ajena (por ejemplo un mediador o abogado de familia) es posible la resolución más o menos pacífica de sus disputas.
En este tipo de casos, dado que la intensidad de sus heridas emocionales será menor, en un periodo de entre cuatro y doce meses (según el caso), normalmente se habrá resuelto todo.
c) Conflictos matrimoniales de baja intensidad, en los que los miembros de la pareja son capaces de resolver esencialmente todos los conflictos que se les podrían plantear en relación con su ruptura, requiriendo únicamente la asistencia de un profesional de cara a solventar ciertos flecos y, sobre todo, para la redacción de un Convenio Regulador que evitará que ambos terminen enzarzándose en disputas ante el Juez.
Así pues, aquí las divergencias son menores, y hay mayor comunicación y compromiso por parte de ambos, de lo cual resultan indiscutiblemente beneficiados sus hijos comunes, minimizándose de esta forma los efectos adversos que dicha ruptura podría tener en ellos.
Begoña Cuenca Alcaine
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