El moro del sur
Aun recuerdo aquel juego de niños que consistía hacer un corro y entablar por turnos un mismo dialogo con el compañero de al lado, al tiempo que se hacía pasar una vela encendida.
- “El rey de Marruecos ha muerto”.
- ¡Ha muerto!
- Si, ¡ha muerto!.
Un simple dialogo, una fúnebre noticia, pero nadie podía reír, ese era el juego, quién reía perdía.
Ese era nuestro rey de Marruecos, un rey inofensivo para los niños, un rey distorsionado, un rey desconocido y que apenas se sabía nada de él.
Nuestro hermano “el moro” del sur y que pertenece a ese hermoso país llamado Reino de Marruecos, no es ni era, para poder usar su nombre en un juego de niños y mucho menos cuando a uno le dejan una pequeña novela en el buzón de su casa y comienza a leerla.
El inicio de la novela se remonta a aquellos años donde la decadencia de la dictadura ya era tan palpable para todos los españoles, pues incluso en los quioscos se vendían revistas humorísticas que la tildaban de “dicta-blanda” y entre sus publicaciones había comentarios mordaces que hacían respirar unos aires de esperanza y libertad en medio de risas, sonrisas y de ocurrencias ingeniosas que pequeños grupos de españoles se comentaban dándose así de ilustrados.
Pero volvamos al inicio de la ambientación de la novela, es decir, a los últimos años de la “dicta-blanda” donde al moro se le ocurre aprovechar la debilidad de nuestro gobierno, para conquistar el Sahara y para ello como por las armas tenía las de perder, recurrió a otros métodos más eficaces para sus propósitos y aprovecho sus buenas relaciones con nuestro hermano americano, para montar muy astutamente su particular forma de conquista, dicen que se le llamo la “marcha verde”.
De la astucia que tuvo para poder deshacerse de los terroristas saharauis, hay que leer la novela. Lo explica muy detalladamente y parece sencillo, pues lo primero que hizo fue arrinconarlos en varios campos de refugiados y a través de las naciones unidas les facilito el que se les suministraran subvenciones para que pudieran vivir, así pues, después de tantos años (unos treinta) ya han dejado de ser aptos para reclamar lo que era suyo, pues solo saben vivir de la sopa boba.
Ese fue el padre del rey moro que hoy tenemos. Poco a poco la novela nos descubre como el moro se aprovecha cuando ve que se le presentar la ocasión, y pocas veces deja pasar la oportunidad. Nos cuenta también aquellos años que España estaba mirando más al norte que al sur, (por aquello de entrar en la comunidad europea), el moro se aprovecho para quedarse con los caladeros del Sahara y así empezaron las dificultades de la flota pesquera del sur, pero como la pesca paso a ser competencia europea, pues eso, todos a vivir de la subvención y no poner problemas.
Así mismo la novela cuenta cuando murió el rey de Marruecos, y nos dice: “a rey muerto rey puesto” para que podamos seguir siendo condescendientes, pues tenemos al moro en el sur y aunque ahora sea un hijo, a medida que pasa el tiempo, parece ser que el hijo no va a defraudar a su difunto padre.
Una de las característica de nuestro hermano el moro es su aparente paciencia, pero cuando no acierta y pierde, a nadie engaña y su arrebato aun siendo imperceptible es normalmente mordaz. La novela nos describe los pormenores de su reacción tras la fallida conquista de la isla del perejil.
Pero no crean que actuó como su primo de Libia, que se quedo mudo después de un par de “¿obuses?” que le cayeron muy cerca de su tienda de dormir y que nuestros amigos los americanos le habían mandado desde algún que otro navío de guerra que se paseaban por nuestro querido mar Mediterráneo.¡No! ese tipo de errores no van con nuestro moro.
Con tan solo algunos moritos, algunos confidentes de la policía española y algunos amigos progres, acertó en elegir un día para que pudieran cambiar el gobierno que tanta humillación le había hecho pasar. Una vez más demostró su astucia, al igual que la de su padre. Pero quizás un poco más sangriento, aunque podría explicarse su actuación si diéramos por cierto las historias con pelos y señales que nos cuentan sobre como desarrollo la dispersión de los inmigrantes al sur de Ceuta y Melilla que querían entrar en nuestro país… Pero de eso, la novela apenas cuenta nada.
Tras leerla, pienso que la novela hubiera sido un exito si estuviéramos en America.

Jaume Canals





































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