Decidirse o no decidirse, esa es la cuestión
Desde que nuestra vida comienza nos encontramos ante la tesitura de tener que tomar decisiones. Esto, lejos de ser una opción, se nos presenta como una obligación que condicionará el transcurso de nuestra vida siendo de la máxima importancia y trascendental ya que, influirá en asuntos tan relevantes como son el alcanzar nuestros objetivos o lograr niveles elevados de bienestar y felicidad entre otras cuestiones. No obstante, son contados los ámbitos y las veces en que es fácil decidir, e incluso las personas que saben lo que quieren y saben tomar las decisiones adecuadas en función de ello, tampoco abundan y, a veces, no son del todo comprendidas por el resto, ya que, parafraseando al archiconocido autor de “El Principito” Antoine de Saint-Exupéry, “El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va”.
Por otro lado, multitud de personas serían capaces de hacer cualquier cosa con tal de poder retrasar sus decisiones; recopilarían toneladas de información o incluso analizarían las variables a considerar hasta rozar el absurdo y entonces, tendríamos que recordarles las sabias palabras que ya pronunciara Benjamin Franklin de que “la peor decisión es la indecisión”. Es un imperativo en el contexto actual en el que vivimos tomar decisiones adecuadas ya que, tal y como ya señalara el conocido biólogo Charles Darwin, “no sobreviven los más fuertes ni los mejor dotados, sino los que mejor se adaptan”.
Es por ello que nuestro futuro depende de nuestras decisiones de hoy, de nuestra capacidad para afrontar las situaciones y de nuestra habilidad para identificar oportunidades. Quizá te ayude esta historia: en una ciudad de Grecia vivía un sabio, famoso por tener respuesta para todas las preguntas. Un día, un adolescente conversando con un amigo dijo: “creo que sé cómo engañar al sabio, voy a llevarle un pájaro en la mano y le preguntaré si está vivo o muerto. Si dice que está vivo, lo apretaré, y una vez muerto lo dejaré caer al suelo; si dice que está muerto, abriré la mano y lo dejaré volar”. El joven llegó hasta el sabio y le hizo la pregunta: “sabio, el pájaro que tengo en la mano, ¿está vivo o muerto?”. El sabio miró al joven y dijo: “Muchacho, la respuesta está en tus manos”.
Por ello tomar partido de forma activa en tu futuro implica que hoy tomes decisiones, decisiones que pueden acercarte a tus sueños y, por eso, la cuestión final sería ¿estás dispuesto a tomar decisiones? ¿serías capaz de dar ese primer paso?.
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