Un día sin coches
Un día estuve con mi familia en el centro de Málaga (España), con motivo del “día sin coches”. Sorpresivamente, ese domingo detecté más circulación que otros fines de semana a esa misma hora.
Pero lo que más me dolió fue comprobar que yo mismo había utilizado el coche para desplazarme (sirva esta declaración de expiación pública y mea culpa), cuando podía haber utilizado un autobús que, además, era gratuito. Y es que se me va la fuerza por la boca y ni doy ejemplo ni nada. Lo siento.
Desde entonces estoy dándole vueltas en la cabeza al tema de reducir el tráfico rodado y me he interesado por lo escrito en la prensa: que si el autobús, que si el tren de cercanías, que si el metro, que si el tranvía, que si el peaje urbano, que si dificultar el aparcamiento, que si centros comerciales abiertos, etc.
Todas las soluciones que he leído tienen aspectos positivos y negativos. Lo ideal sería el teletransporte: te concentras en el sanjuán de tu casa y ¡ya está!, en tu puesto de trabajo; a no ser que en la hipotética teledimensión circulatoria se generaran cuellos de botellas y colapsos del tipo: ¡oye!, ¡circula! ¡Que no puedo, no ves que están instalando un panel publicitario los de la otra esfera y han cortado la vía de partículas aceleradas!. Va a ser que no, al menos a medio plazo.
Se me enciende de nuevo la bombilla: ¡pues no llevo en mi casa unos días realizando un trabajo de análisis económico y financiero de un grupo empresarial para una posible fusión, sin tener que desplazarme! Me han mandado por e.mail la información que necesito y utilizo el Messenger para las videoconferencias domésticas que mantengo con el bufete que me ha adjudicado el trabajo (gracias, amigo, por tu confianza, seré discreto, no te preocupes).
Llego a la conclusión de que otro posible arreglo al tráfico podría ser la incentivación en serio, por parte de la Administración Pública, del teletrabajo. ¿Por qué digo “en serio”? Porque en mi modesta opinión, la legislación aplicable es exigua (texto refundido, contrato laboral y poco más) y no me consta que existan ayudas, subvenciones, estímulos importantes que motiven al empresario a pensar en esta alternativa productiva.
Creo que tenemos las herramientas telemáticas imprescindibles y no me cabe duda de que si se promocionara adecuadamente esta opción, los informáticos y telecos se pondrían las pilas para desarrollar nuevas soluciones que estarían a años luz de las existentes en la actualidad.
Disfruto de amistades que ya se desarrollan profesionalmente a través del teletrabajo (periodistas, abogados, economistas, traductores, informáticos, etc. ), pero percibo que, también, este abanico de profesiones y puestos se ampliaría bastante.
Personalmente, estoy interesado en la teleconsultoría y la teleadministración. El administrativo puede desarrollar su actividad laboral en otro marco profesional y de relaciones, pudiendo resultar, también, menos gravoso para las empresas.
Cada vez con más continuidad, veo anuncios en las páginas web de asesorías, gestorías, consultorías, etc. negocios en los que intuyo que utilizan el teletrabajo como hito productivo para dar el servicio que publicitan a sus clientes (no se me ocurre otra forma), posibilitando que el teletrabajador (en este caso, teleadministrativo) tenga un hueco, espero, cada vez más importante.
Cierto que existirán “contras”, pero eso lo dejaremos para otro día, telebloguero, porque me tengo que poner con el informe de la fusión (eh ahí un posible efecto negativo, se te puede ir el Santo al Cielo con otros temas personales y te coge el toro).
Manuel Velasco Carretero

www.blogdemanuel.com





































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