Telebasura
Brutal. No tengo palabras para describir lo que acabo de ver en televisión. Se trata del programa de Telecinco “Tú si que vales”, uno de los programas más cutres que he visto en mi vida, aunque he de reconocer que me he reído mucho, demasiado incluso, para los méritos de los concursantes y el formato del concurso. He colaborado a crear un monstruo del humor fácil y soy corresponsable de ello. No lo había visto nunca y quedé impactado.
Este programa consta de actuaciones de personas variopintas, con habilidades diversas, muchas de ellas extrañas, otras curiosas y la mayoría directamente patéticas. Unos cantan, otros bailan, otros cuentan chistes, otros hacen magia, otros cantan sin cerrar la boca, otros se disfrazan. Lo peor de todo es la humillación que sufren el 90 por ciento de los concursantes al tener que aguantar que el jurado formado por tres personas (Àngel Llàcer, Noemí Galera y Javier Sardà) después de su breve actuación - en el mejor de los casos un minutillo – los despedazan ridiculizándoles, si no lo han hecho ya ellos mismos, en la mayoría de las ocasiones con actuaciones lamentables. El premio son 30.000 euros y dos actuaciones de máxima audiencia en Telecinco, premio que no creo que compense un ridículo ante 4 millones de personas.
Ante todo me pregunto: ¿No hay un filtro para discriminar a los que sabes que van a hacer el ridículo, de los que realmente tienen arte? ¿No es mejor decirle al chaval en el cásting que canta como el culo o que sus chistes son lamentables, que ejecutarlo públicamente en horario Prime Time de máxima audiencia, para que toda España se ría de ellos y no puedan salir a la calle en dos años? En la emisión de ayer, prácticamente todos parecían frikis y muchos comentarios de los jueces fueron dañinos y totalmente desproporcionados: para decirle a uno que no vale no hace falta humillarle. ¡Y ojo que tanta culpa tienen los concursantes, que dudo que a ninguno de ellos le hayan puesto una pistola en el pecho para actuar, como los que les hacen desfilar por la pasarela de la vejación pública, niños incluído.
En el fondo, aunque mi crítica destile cinismo, porque servidor reconoce que durante su emisión se rió a carcajadas, me sabe fatal haberme reído tanto, porque te has reído de ellos y no con ellos, pienso que no se puede dejar humillar a las personas de una manera tan directa. Cuando ves tanto número patético, te llegas plantear si es lo que los directores del programa buscan realmente. Piensas que si precisaran de artistas de verdad, harían ocho cortes y dejarían a los diez mejores, que previamente han realizado infinitas audiciones privadas. Allí parece que entran directos de la calle al plató a hacer cada uno la gilipollez que le plazca y ya está. No es normal que la gracia del programa recaiga más en los chistes de Sardà o Llàcer como jueces después del número, en vez de las actuaciones de los concursantes. Si es así, es que algo falla y hay que averiguar lo que es.
Y respecto a los concursantes… yo me pregunto ¿No tienen familias que les puedan aconsejar el no hacer el ridículo? Si a mi me dice mi madre que va a cantar al Diario de Patricia la encierro en el garaje. Por su bien, si duda. Lo peor de todo es que todo vale, cualquier tipo de especialidad artística e incluso habilidad personal. Es decir, si usted tiene la curiosa habilidad de pelar una naranja con las uñas de los pies no dude en llamar. Si alguien ha recibido el don divino de poder tocar la flauta con el culo que llame inmediatamente. Si eres del tipo de personas que después de comer, en la sobremesa con la familia y los amigos después del tercer chupito previo carajillo, te arrancas por bulerías o bailas o te pones a contar chistes para que se partan de risa los colegas siendo el alma de la fiesta, no quiere decir que cantes bien o que tengan gracia tus chistes, quiere decir que tus amigos son unos lerdos y que en las próximas cuatro horas no puedes conducir.
No haga el ridículo Caballero. No haga el primo. No sea usado como carnaza de zápping. Usted no vale. Que se rían de su madre. No colabore más en denigrar la calidad televisiva. Evite ser cómplice de ello. No les de el gustazo de que se rían de usted. No me importa si su prima dice que imita bien a Chiquito de Calzada o si se tira pedos con el mechero de lanzallamas y el fogonazo aleja medio metro. No me interesa de verdad.
Yo me solidarizo con todos aquellos que han salido ayer en el último programa, hayan pasado a la final o no. Me solidarizo con todos aquellos que ayer fueron sometidos al escarnio público en hora de máxima audiencia, con aquellos a los que les dijeron “tu no vales” para humillarles públicamente delante de toda España, en vez de hacerlo en una prueba privada como debe ser. Salió cantando un niño gordo (si se le puede llamar cantar) que dudo que pueda ir al colegio después de reyes, sin que se rían de él. Los niños de diez años en ocasiones pueden ser muy crueles y algunos, los menos, muy cabrones
Me solidarizo con aquellos a los que no dejaron ni acabar su actuación, al padre mago al cual le cortaron en truco para ridiculizarle delante de su hija que lloraba en el público. Eso no se hace. No le puedes decir a una persona que acaba de cantar (como el culo, por supuesto) que su actuación es un insulto y una falta de respeto… muy fuerte.
En definitiva me solidarizo con todos aquellos que no van a poder salir de casa durante un año de la vergüenza pública que les han hecho pasar. Quizás era evitable porque todos somos personas y ya es hora de que cambiemos el concepto de televisión de este país, ya que de no ser así, nunca llegaremos a ser un país civilizado de verdad. Eso sí, a la hora de elegir culpables no carguemos el muerto a las televisiones, porque este tipo de programas suelen ser los más vistos. Ya es hora por tanto de que los televidentes y consumidores empecemos a hacer autocrítica. Quizás la culpa es nuestra por consumirlos.Vicente Casal CarriedoLa Lucha Continuahttp://freeboxing.blogspot.com/2008/01/tu-si-que-vales.html

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