El secuestro de Julio Bahamon Vanegas
Con Julio nos une una amistad personal desde hace algo más de doce años. Nos ha unido en otras épocas las mismas ideas y los mismos planteamientos frente a nuestro departamento. Aprecio mucho a su esposa Ligia, a sus hijos y a toda su familia, a quienes hago llegar expresiones de mi más profunda solidaridad.
Su retención me acongoja. Me hace reflexionar sobre las muy precarias condiciones a las que debe estar sometido. Su retención nos hace preguntar a los huilenses sobre las razones de sus secuestradores. Al principio se argumentó una retención pasajera. Su fin era enviar un mensaje al gobierno, como si ignoráramos los muchos medios al alcance de ellos para enviar ese tipo de mensajes. Después siguieron los comentarios. Algunos maledicentes, otros consoladores, pero en todo caso todos despistados, pues nadie sabe a ciencia cierta donde está y qué diablos es lo pretendido por sus captores. Se ha hablado, con la exageración propia de los opitas, de una petición de ¡500 millones de pesos! Conociendo a Julio podemos presumir, con buenas posibilidades de acierto, su imposibilidad absoluta de pagar esa suma. Ese hombre no cuenta ni siquiera con el cinco por ciento de esa cifra en efectivo, porque tiene la manía de gastarse en política más de lo devengado y, además, porque es un tipo generoso con su familia, con sus amigos, y con sus seguidores.
Su idealismo, su posición ferviente frente a temas polémicos, su gran capacidad de trabajo y su deseo de armar un proyecto campesino nacional lo llevó a la "boca del lobo". Supongo la advertencia de varias personas sobre el peligro corrído por él en las giras caqueteñas, pero Julio siempre ha sido testarudo, corajudo, valiente, convencido de no tener razón para temer. Y él lo apuesta todo si se trata de realizar ideales, cuando cree poseer la razón. Pero Julio también es un hombre inteligente, recursivo, aguantador, vencedor de condiciones adversas. Recuerdo muy especialmente cuando perdimos en nuestro intento de llevarlo al Senado, en las elecciones siguientes a la muerte de Rodrigo Lara. El lunes siguiente a las elecciones hablamos temprano en el apartamento donde vivía arrendado en el centro de Neiva. Sus palabras reflejaban la tristeza normal de un derrotado, pero la fortaleza de un roble al cual sólo le habían arrancado una rama. Desde su posición de ciudadano común y corriente siguió liderando el Movimiento, opinando sobre el país político y el nacional, dirigiendo tareas importantes para el departamento. Posteriormente, todos los huilenses nos alegramos cuando el Presidente Barco lo nombró en el comité de empalme del Ministerio de Obras, pero prefirió él relegarse un poco de la actividad partidista y no fue nombrado en un cargo importante por su decisión de dedicarse a sus quehaceres personales y familiares.
La historia más reciente todos la recordamos.
A sus captores sólo podemos hacerles llegar, unidos a todas las voces de nuestro departamento del Huila, nuestro rechazo, pidiéndoles, con firmeza, el respeto a su vida y la libertad.
Y a Julio, desde aquí le decimos, también unidos a las voces del departamento, que nos hace mucha falta.

Carlos Mauricio Iriarte Barrios http://carlosmauricioiriarte.blogspot.com





































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