Bibliotecas digitales
Desde hace unos años, instituciones educativas y organismos públicos y privados se preocupan por trasladar obras, artículos y contenidos impresos al formato digital. Los proyectos de bibliotecas digitales se perfilan como uno de los instrumentos que ayudarán a universalizar el conocimiento. Desde 2007, se puede consultar de manera gratuita y a través de Internet todos los fondos de legislación histórica española, desde las Cortes de Cádiz de 1810, custodiados en la biblioteca del Congreso de los Diputados. De esta forma se garantiza su acceso público, su preservación y cuidado, ya que se evita la manipulación física de esos valiosísimos documentos. Pero la intención de unir el conocimiento con las nuevas tecnologías no se queda aquí. La UE pretende crear una biblioteca digital, que en 2010 tendrá seis millones de libros a disposición de todos los ciudadanos. De forma paralela, y desde 2006, UNESCO está trabajando en un proyecto similar, una especie de Biblioteca Digital Mundial. Se pretende crear un depósito en Internet, libre y gratuito, de materiales culturales "frecuentes y únicos" disponibles en múltiples idiomas.
La digitalización es el segundo paso, tras la introducción de las nuevas tecnologías en la gestión y funcionamiento de las bibliotecas públicas, un fenómeno reciente. Así lo muestra el informe Las Bibliotecas Públicas en España. Dinámicas 2001-2005 de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Hace cuatro años, sólo uno de cada dos puntos de servicio de las bibliotecas públicas usaban estas herramientas para la catalogación de sus fondos bibliográficos; apenas el 37% disponía de un catálogo automatizado y disponible en formato web y la misma proporción carecían de un servicio de acceso a Internet para los usuarios de las bibliotecas.
Atención a los usuarios, limpieza, accesibilidad y tabla comparativa Atención adecuada
Los técnicos de CONSUMER EROSKI realizaron una prueba práctica de búsqueda de un libro en los ordenadores-catálogo (se eligió 'El origen de las especies', de Charles Darwin, para las bibliotecas universitarias y 'El Perfume', de Patrick Süskind, para el resto). En siete bibliotecas, más de la mitad de las visitadas en Alicante, dos de Zaragoza y otras dos de Murcia y Valladolid, los usuarios no podían acceder a un catálogo informatizado. Entre las que sí disponían de este servicio, en 9 de cada 10 casos los técnicos comprobaron la sencillez de su manejo y la posibilidad de saber si el libro estaba prestado a otro usuario o la localización exacta de ese material dentro de la biblioteca. Como excepciones, los únicos terminales disponibles en tres centros de Cádiz, Zaragoza y Murcia estaban estropeados. La misma prueba se repitió solicitando ayuda a los empleados. El servicio recibido fue correcto en seis de cada diez centros. Destacan de forma positiva los visitados en Bilbao, Granada y Oviedo. Por el contrario, en algunas bibliotecas de Alicante, Cádiz, Madrid, Málaga y Valladolid, el funcionario se limitó a proporcionar indicaciones sin especificar dónde se hallaba el libro ni acompañar al usuario a buscarlo.
Otra prueba práctica consistió en solicitar información para convertirse en socio de las bibliotecas. Pues bien, sólo en el 47% ofrecieron información documental sobre el funcionamiento de la biblioteca. Las que lo hacían indicaban las condiciones de uso del carné de usuario y del servicio de préstamo, así como las sanciones impuestas por el retraso en la entrega de los materiales prestados. Por otro lado, ocho de cada diez no avisan a sus socios de las nuevas adquisiciones aunque el 68% de las bibliotecas las colocan en una sección especial para que los usuarios puedan percatarse de su existencia. Todas las bibliotecas alicantinas analizadas, además de varios centros de San Sebastián, Granada, Oviedo, Vitoria, Valladolid, Sevilla y Valencia sí notificaban a sus socios la llegada de esos nuevos materiales por carta o mediante correo electrónico.
Uno de los puntos débiles de las bibliotecas españolas es la señalización. En el 79% de las estudiadas no había hojas informativas en las que se indicase la existencia de un libro de reclamaciones, en el 63% no se vio una nota que informase de la existencia de un buzón de sugerencias y en el 67% tampoco había carteles sobre qué hacer en caso de emergencia o incendio. Además, una de cada cinco carecía de paneles indicadores de la ubicación de las salidas de emergencia, y en una de cada ocho ni siquiera se anunciaban las normas de la biblioteca (apagar el móvil, no comer ni beber dentro de las instalaciones...).
Compilado Por. Javier Mejía T.

Comp. Javier Mejía T. www.exagonobibliotecario.blogspot.com





































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